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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

La tontería no descansa

Además del amplio seguimiento de los programas de chismes, cotilleos y casquería sentimental de las teles, me llaman también la atención esos espacios de teletienda. No solamente hay espacios por las mañanas, hay más aún a partir de media noche, e incluso hay canales específicos como “La tienda en casa”.

Los más inverosímiles aparatos, las cosas más absurdas e inútiles tienen cabida en este tipo de programas a los que no parece afectar la crisis. Se venden sobre todo artilugios de cocina, cuchillos, exprimidores, cortadores de fruta y otros utensilios que difícilmente se utilizarán dos veces, que no caben en ningún armario y que, por supuesto, no necesitas. Con ellos no se cocina mejor, pero quien los compra se considera mejor cocinero.

El culto al cuerpo es un filón para estos programas: desde aparatos que disuelven la grasa localizada en determinadas partes del cuerpo mediante pequeños y repetidos impulsos eléctricos “de forma divertida, rápida y sin tensión”, hasta unos aparatos que con diez minutos al día te permiten “terminar con la flacidez y hacer nuestros brazos más delgados, firmes y tonificados”; otros “queman la grasa no deseada, tonifican tus abdominales, dejan tus glúteos más firmes y estilizan tus piernas”, ¡casi nada!, y sin hacer ningún esfuerzo, sólo con conectarse a la maquinita esa. El que lo compra se siente mejor sólo por tener el aparato, aunque no lo utilice.

Pero nada de ello es comparable a las pulseras mágicas que se han puesto de moda, que “te cargan de energía” y te permiten superar “las situaciones más difíciles” y que son “muy recomendables en estos tiempos de crisis”. Cualquier día vemos a Salgado o a Zapatero con una pulserita de éstas que “mejoran el equilibrio y se incrementa la fuerza, la coordinación y el enfoque”, gracias a un holograma “que reacciona positivamente con el campo de energía del cuerpo”. Los testimonios de quienes la llevan son impagables: “mi madre, con artrosis en una pierna, ha dejado de usar muletas, ya no cojea ni un cinco por ciento de lo que lo hacía antes”; o el de ese pelotari navarro: “mira, yo no me lo creía, soy muy escéptico con esta clase de cosas, pero me hicieron una prueba de equilibrio y son una pasada. Fue alucinante. Se nota muchísimo entre llevar la pulsera puesta o no”. La explicación de la pulsera y los testimonios sobre ella son desternillantes, pero por increíble que parezca han sido todo un éxito de ventas, al módico precio de 35 euros.

A estas alturas, aunque parezca mentira, hay quien se sigue forrando vendiendo amuletos mágicos y remedios milagrosos. Y quien sigue comprándolos. Es que, como decía José Mota, la tontería no descansa.

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Por Mayte CIRIZA

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