>

Blogs

Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Cascarrabias

El caso es quejarse de todo. De que hace frío en invierno y calor en verano, de que sea lunes o de que sea jueves. Siempre tienen algún problema o algún dolor: cuando no les duele una cosa, les duele otra. Si les cuentas que te ha pasado algo, a ellos también les ha pasado en algún momento de su vida, pero mucho peor, lo tuyo no es nada. A cualquier nuevo proyecto le ven todo tipo de pegas, no sabes dónde te metes, eso no va a salir adelante. Están descontentos con el mundo, permanentemente insatisfechos. Me agotan, son los cascarrabias.

Da igual lo que les digas o lo que hagas. Da igual que te esmeres en ser agradable con ellos, dirán que eres una pesada, nunca están contentos porque siempre encuentran algo que no está del todo bien. Si no les haces demasiado caso, se quejan de que pasas de ellos y no les tienes en cuenta.

Una cierta dosis de inconformismo es buena, es necesaria, mueve el mundo, te hace avanzar, te hace emprender, te hace superarte a ti mismo. Sin ello no habría inventores, no habría avances. Es como si un deportista se conformara con la marca que ha alcanzado y no intentara mejorarla. Todos necesitamos enfrentarnos a nuevos retos, superarnos a nosotros mismos, esto forma parte de la propia estima y de la satisfacción con la vida. Pasa como con el estrés, es necesario un cierto grado, necesitamos un nivel razonable de tensión. El problema es cuando esta insatisfacción deja de ser equilibrada, entonces deja de ser productiva.

Muchas veces se llega a esta situación por perfeccionismo, porque somos tan exigentes con nosotros mismos y con los demás que nos convertimos en intolerantes y no se perdona el más mínimo fallo. La vida te enseña, precisamente, que nada es perfecto, que todo es mejorable. Aceptar esto, que parece tan obvio, nos hace más felices y hacemos felices a los que nos rodean.

Los cascarrabias no valoran lo que tienen, no aceptan las situaciones. Y en la vida ni se puede tener todo ni se pueden cambiar todas las situaciones. Hay un área del cerebro que regula el nivel de insatisfacción. Vamos, que hace que seamos más o menos gruñones. Y es muy difícil convivir con los que refunfuñan por todo, con los que lo ven, como decía aquel entrenador del Barça, “siempre negativo, nunca positivo” (con acento holandés).

Todos conocemos a personas así, pero lo importante es plantearnos cuántas veces somos nosotros mismos así. Por un lado, porque a nivel personal no aporta nada, más bien un insoportable estado de insatisfacción permanente que no hace sino hundirte en el pozo del mal humor o la amargura crónica. Por otro, acaba por aislarte socialmente, porque francamente a nadie nos gusta estar todo el día escuchando la queja eterna, por todo y contra todo. Solamente por este último hecho ya habría que hacer un gran esfuerzo para evitar caer en esa actitud tan negativa ante la vida, porque si uno no se merece ser así consigo mismo, tampoco los demás se merecen tener que aguantar a un cascarrabias.

Temas

Por Mayte CIRIZA

Sobre el autor


mayo 2011
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031