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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

No, no, no

“Intentaron que fuera a rehab. Y dije no, no, no”. Ese “no” repetido es la parte más famosa de la más conocida de las canciones de Amy Winehouse, titulada precisamente “Rehab”, es decir “Rehabilitación”, que obtuvo nada más y nada menos que cinco premios Grammy en 2008. Su vida ha estado atrapada por el alcohol y las drogas y, al parecer, también su muerte, a los 27 años. No digo que no tenga una buena voz, ni niego que “Rehab” tenga un ritmo pegadizo, pero siempre me ha parecido una canción con una letra muy temeraria. No se pueden prohibir estas cosas, sé que hay que convivir con ellas, pero hay que tener muy claros los riesgos. Los medios han retransmitido su carrera de autodestrucción por etapas, en los escenarios de medio mundo, una especie de suicidio a cámara lenta y en público. Hasta su propia madre ha dicho que su muerte era cuestión de tiempo.

Este nuestro periódico dedicaba hace dos domingos el reportaje principal al problema de las drogas, no solo desde el punto de vista del consumidor, del drogadicto, sino también del entorno más cercano, de su familia, que siempre es un entorno que sufre y mucho. Hay muchas vidas rotas, historias truncadas, familias destrozadas, enfermedades físicas y mentales asociadas al consumo de drogas. No hay varitas mágicas para acabar con las drogas, pero no podemos resignarnos a aceptarlo como si tal cosa. Una cosa es que haya consumo y otra que lo consideremos normal. De la misma forma que el mal existe pero no lo toleramos.

Según los informes sobre el consumo de drogas, los jóvenes lo consideran “arriesgado”, pero “normal”, y eso me parece terrorífico. Un reciente estudio (hecho público hace un mes), señala que los jóvenes españoles son los que menos riesgo de toda Europa ven en el consumo de cocaína y de cannabis. Nada menos que un 61% de los jóvenes españoles entrevistados de entre 14 y 24 años considera que fumar porros supone una amenaza “baja” o “nula” para la salud. La edad media para el consumo de cannabis en nuestro país está en torno a los 16 años. A esa edad se busca el efecto desinhibidor de las drogas, el efecto sobre la autoestima y el aumento de las relaciones sociales entre otros motivos. Pero ser joven no tiene por qué ir unido a tener escarceos con las drogas, una de las cosas más importantes es no banalizar, no frivolizar sobre el consumo de drogas y para eso tiene que colaborar “la tribu entera” (como dice José Antonio Marina).

Con estas cifras algo falla en la sociedad, hay que hacer algo más, mucho más, sabiendo que no vamos a acabar con este problema de la noche a la mañana. Pero lo que no podemos hacer en ningún caso es ser tolerantes con su consumo. A los que de forma tan inconsciente, tan frívola –y peligrosa- defienden la legalización, aunque sea de la marihuana, a esos, hay que decirles, como la canción de Amy Winehouse: “no, no, no”.

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Por Mayte CIRIZA

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