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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Superficiales

Este agosto, hace diez días, estaban los seis chicos sentados a la mesa, mis dos hijos adolescentes y algunos de sus amigos,
sin hablar entre sí, ensimismados con sus Blackberrys. Por un momento pensé que estaban enfadados, pero al acercarme vi que no, que sencillamente estaban dale que te pego al teléfono, tengo la duda de si escribiéndose entre ellos, con otros amigos, o navegando en internet desde el móvil.

 

No sé si será mejor o peor, pero no será igual, eso está claro: no sólo la forma de relacionarse sino la forma de pensar, no serán iguales después de internet. No es algo inmediato, pero no serán iguales. Como después de la invención de la escritura frente a la comunicación oral o la de la imprenta, el cerebro humano no funcionará de la misma manera que antes de la red.

 

Sostiene Nicholas Carr en un reciente y muy interesante libro, “Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”, que internet desincentiva el pensamiento profundo, la capacidad de análisis y de concentración. Y es que la red es útil, es entretenida, es verdaderamente divertida y fomenta ese estado de distracción permanente: picoteas y saltas de aquí para allá mientras contestas un correo electrónico que te ha entrado, envías un mensaje por twitter o escribes un comentario en facebook. Se potencia lo breve, lo rápido (de hecho twitter no admite más de 140 caracteres). Estoy de acuerdo con Carr, no entro en que sea bueno o malo, sencillamente es así,  se interrumpe continuamente una tarea para saltar a otra.

 

Internet nos conecta con el mundo, cómo será la cosa que hasta el padre de mi santo, de 74 años (y que nunca ha estudiado ni manejado un ordenador), está enganchado a larioja.com. La red tiene, desde luego, muchísimas ventajas, es algo evidente, nunca ha habido tanta posibilidad de comunicarse ni tanta información disponible como ahora, es la gran memoria colectiva. Pero a la vez parece como si hubiésemos delegado en internet nuestra capacidad de conocimiento, como si ya no hubiera que saberse las cosas, porque todo está en la red y lo único que necesitamos es saber gestionar la web para conseguir esa información lo antes posible. Y además están las redes sociales, ese estado de comunicación permanente.

 

Al leer a Carr pensaba en tantos chavales que cuando están estudiando lo hacen con el tuenti o el facebook abiertos, son la generación multitarea. Pero nos encontramos con “el cerebro desbordado”, porque está contrastado que es imposible concentrarse en más de dos actividades a la vez. En cambio, cuando lees un libro en papel te sumerges en un mundo, te concentras en algo, eres capaz de fijar tu atención sobre una sola cosa, mientras que la red fomenta la distracción y a menudo perdemos el hilo de lo que estamos haciendo.

 

Somos internet, la red es nuestra vida, no podríamos vivir sin ella, pero tenemos que tener cuidado con no perder más de lo que ganamos. El uso de  internet y de las redes sociales no debe evitar la reflexión, el análisis o el pensamiento profundo, porque los necesitamos para salir adelante, para que no impere solamente un pensamiento superficial.

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Por Mayte CIRIZA

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