Mi amiga Belén tiene una hermana médico de atención primaria y me contaba el sábado en una cena, que una de las cosas que más le indignan a su hermana son los pacientes que van a la consulta y que, antes de que pueda preguntarles el motivo de la visita, qué síntomas tienen o explorarles, empiezan diciendo: “vengo a que me dé la baja”.
Mal por quien va con ese propósito, marcándole al médico lo que es su decisión profesional y su responsabilidad una vez estudiado el caso, pero mal o, si se me apura, peor, ese médico que concede la baja de forma tan irresponsable, eso sí que es para estar indignados. Es muy cómodo, es lo más fácil, no tienes que enfrentarte a nadie, no tienes que discutir con ese paciente peleón que te la puede montar por no darle la baja, qué mas da, no quiero problemas, aquí tiene el papel firmado. Y si no hay motivo aparente, siempre puede darse una baja por estrés. ¡Es tan fácil enmascarar estas cosas! Lo caro que nos salen a todos las bajas injustificadas, el absentismo laboral, miles de millones de euros al año.
Lo que son las cosas, al día siguiente me enteraba de que a un alto funcionario, es decir, alguien con trabajo administrativo y en un despacho, tiene un horizonte de meses de baja por ¡una rotura en un dedo de la mano izquierda! (y él es diestro, claro). ¿Qué responsabilidad podemos esperar de esa persona que tiene que hacer trabajar a otras personas y que puede estar perfectamente en su despacho aunque no esté al cien por cien?
Todos recordamos la huelga encubierta de los controladores, muchos pidieron la baja a la vez, argumentando problemas físicos y psíquicos por estrés, ¿qué médicos las concedieron? En este, como en otros tantos casos, se echa en falta que funcionen los servicios de inspección, porque gente con morro va a haber siempre y médicos que pasan de todo también. Lo malo es que demostrado el fraude, que al fin y al cabo es lo que es, un fraude, no tenga consecuencias, ni para el que le echa morro ni para el irresponsable que lo permite. Por no hablar de los que lo saben y no dicen nada (compañeros que encima se chupan el trabajo del esquirol). Defraudadores y cómplices. Lo peor de todo es que a quien necesita de verdad una baja no se la den porque el sistema no aguanta.
Cada uno es responsable de hacer bien su trabajo, sea el que sea, desde el que pone el tornillo en una cadena de montaje hasta el alto ejecutivo, y no hacerlo bien ha de tener consecuencias. Aquí pésimos directivos hunden bancos y empresas y no pasa nada. Se malgasta el dinero público y no pasa nada. Se falta a trabajar injustificadamente y no pasa nada. Se habla de austeridad, de ahorro, de control del gasto, y eso está bien, y es necesario, pero la clave es la responsabilidad, y que no salga gratis lo contrario. También necesitamos esto para salir de la crisis. Hay que cambiar la mentalidad y el sistema para que cada vez se escuche menos, porque no sale gratis, decir “Buenas, que vengo a que me dé la baja”.