“¡Capitán, vuelva a bordo (vada a bordo)!”, seguido de un sonoro taco, le gritaba Gregorio de Falco, comandante de la guardia costera del puerto de Livorno, al tristemente famoso capitán del “Costa Concordia”, Francesco Schettino. La bronca telefónica entre los dos ha dado la vuelta al mundo y se ha podido escuchar en todos los medios. Parece imposible que ese pedazo de trasatlántico haya podido naufragar a tan solo 150 metros de la costa. Bueno, precisamente ha sido por eso, por no cumplir el capitán la ruta marcada y llevar al barco tan cerca de la costa, y por si fuera poco, después del accidente, abandonar al barco y a los pasajeros a su suerte, además de mentir diciendo que estaba a bordo.
Van ya 13 muertos, más de 20 desaparecidos, se cierne una catástrofe medioambiental y hay millones de euros en pérdidas. Ver ese crucero semihundido en un mar completamente en calma, con un sol radiante (vamos, que no es el Mar del Norte), es un enorme monumento a la chapuza más descomunal, y la terrible y triste imagen de la irresponsabilidad.
Enric Juliana escribía este fin de semana que es también una brutal y excesiva metáfora del momento europeo. Y en efecto, es algo de esto también. Cuando un país y sus instituciones están capitaneadas por irresponsables, por quienes gastan más de lo que tienen, por quienes mienten, por quienes toman decisiones para favorecer a sus amigos (como Schettino, que al parecer, acercó el buque por impresionar y quedar bien con un amiguete), al final lo pagamos todos.
Pero no pensemos solo en los gobiernos, ni en los políticos, sino en cada uno de nosotros, que somos también capitanes de nuestras vidas, y todos sufrimos al fin y al cabo las consecuencias de quien paga esa factura sin IVA que contribuye al dinero negro y a no pagar impuestos, o ese trabajo hecho sin esfuerzo ni cariño, o ese tiempo que se escaquea de la jornada de trabajo, o ese abuso de los servicios públicos (como los medicamentos que amontonamos). “El dinero público no es de nadie” llegó a decir una ministra, en la época de la abundancia. Lo de todos es de todos, y los recursos no son ilimitados, es algo obvio, pero parece que se nos olvida.
Menos Schettinos y más De Falcos, eso es lo que necesitamos, para reflotar nuestra nave, en España y en Europa. Necesitamos buenos dirigentes, buenos gobernantes, en definitiva, buenos capitanes. Y es que por malos capitanes tenemos riesgo de naufragar, con la nave de la cosa pública a medio hundir, y muchos ciudadanos, que han cumplido con seriedad y responsabilidad, que no han vivido por encima de sus posibilidades, que han pagado disciplinadamente sus impuestos, que han trabajado duro y bien, ahora pagan la irresponsabilidad del mal capitán. En este caso, a los malos capitanes lo que hay que decirles es que no vuelvan a bordo.