En “Alicia en el país de las maravillas”, hay un personaje demencial y caprichoso, la Reina de corazones, que a la mínima, dice: “¡que le corten la cabeza!”. A los jardineros, al conejo, al gato, a Alicia… Últimamente en nuestro país hay muchos que hacen como la Reina de corazones de Alicia, cuando por las buenas y sin pensarlo (como este personaje) juzgan a la ligera y sentencian que rueden cabezas. Y es que muchas veces hacemos más de dementes arbitrarios que de jueces ecuánimes.
Me venía esto a la cabeza a propósito de la detención de unos padres en Baeza (Jaén) por castigar a su hija sin salir de casa. Una leía el titular y, la verdad, era indignante. Pero, ¿cómo es posible que por castigar sin salir de casa a tu hija de 16 años vaya la Guardia Civil y te detengan? Los titulares en los medios se sucedieron esos días: “Media España estaría condenada por castigar a una hija de 16 años sin salir de casa”.
Pero, como tantas otras veces, las cosas no siempre son lo que parecen. Por lo visto, la chica estaba encerrada en un chalé en construcción en medio del campo, adonde su padre le llevaba comida dos días a la semana, y el resto del tiempo estaba sola y recluida. Según su declaración, consiguió escaparse y denunciarlo a la Guardia Civil, que detuvo a los padres. Hay dos versiones y ahora le toca a la policía judicial investigarlo y a los jueces dictar sentencia. El deporte nacional es juzgar a los demás, y con demasiada frecuencia se hace apresuradamente y sin conocer toda la información.
Algo parecido hemos visto en los casos Urdangarín o Garzón. En el primero parece que no hace ni falta juzgarlo, directamente al patíbulo. Vaya por delante que me parece muy impresentable lo que se conoce sobre el caso del yerno, pero me parecen también improcedentes esas manifestaciones a la puerta de los juzgados, donde los presentes vociferan la condena sin haber siquiera declarado. En el caso Garzón, en función de la ideología de cada uno, era ya culpable o inocente, el veredicto iba por barrios. A muchos les sobran la justicia y los jueces. Estando ellos que se lo saben todo y juzgan mejor que nadie, ¿para qué un juez?
Desde luego, en estos tiempos en los que hay que racionalizar el gasto público, nos ahorraríamos mucho dinero en la Justicia, ¿para qué tantos jueces, funcionarios, edificios…? Mucho mejor la Justicia del pueblo (esto se ha oído estos días), la Pena de Telediario, y a ser posible a la cárcel directamente. Ya lo dice el Rey de corazones en el mismo libro, “todo lo que tenga una cabeza puede ser decapitado”, y que se dejen de tonterías. Así que, como diría la Reina de corazones en Alicia, “que les corten la cabeza”.