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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Copas

Eran auténticas riadas de chavales, de adolescentes, acercándose a la ribera del Najerilla, todos suficientemente pertrechados con bolsas llenas de botellas de alcohol y de refrescos con los que mezclar los licores. Eran las diez de la mañana y no me lo han contado, lo pude ver personalmente. Quizá lo más llamativo era que fuese a plena luz del día en plenas fiestas, pero esas concentraciones para simplemente beber alcohol son el pan nuestro de cada día los fines de semana en nuestras ciudades. Irse de botellón el fin de semana es la rutina juvenil.

Precisamente esta semana se ha hecho público el informe anual de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y es demoledor. Además del paro y la prima de riesgo, otra de las cosas que crece en España son las borracheras juveniles. Nuestros jóvenes comienzan a beber cada vez antes, y la media de edad para la primera borrachera está en torno a los 13 años. Del patrón mediterráneo de beber moderadamente en familia se ha pasado al nórdico, que consiste en beber grandes cantidades de alcohol en el menor tiempo posible para emborracharse cuanto antes. En 6 años, la media de estudiantes de 14 a 18 años que se han emborrachado en el último mes ha pasado del 25 al 35%, y 7 de cada 10 jóvenes se meten una buena ración de cubatas o combinados de alcohol en el fin de semana.

Con ser demoledoras las cifras, lo peor es que la mayor parte de los jóvenes no percibe este elevado consumo de alcohol como algo negativo. Ha coincidido el informe FAD con la celebración de la Eurocopa en la que nuestros jugadores se pasearon copa en mano, no la del título precisamente, y alguno en no muy buen estado. No vamos a hacerles responsables de la situación, por supuesto, pero qué peligro tiene ese ejemplo para los jóvenes en nuestro país, que si están pendientes de algo lo están de los jugadores de la selección española. Aunque también es verdad que a muchos de los que critican este ejemplo no les he oído nunca decir nada del botellón juvenil semanal con el que convivimos en España.

Los que no lo celebraron copa en mano fueron los jóvenes a los que hace unos días pude visitar en la residencia de Proyecto Hombre en La Rioja, donde siguen el tratamiento para superar sus adicciones. Pensamos que están ahí por su dependencia de las drogas, pero sorprende comprobar que más de la mitad están ahí por problemas con esa otra droga que es el alcohol. Jóvenes a las que una u otra droga les ha destrozado la vida, y que ahora luchan por empezar de cero, por aprovechar una segunda oportunidad.

Pero no es cuestión sólo de estos casos. El consumo abusivo de alcohol es nocivo, y aunque es obvio, parece que no tenemos todavía suficiente conciencia del drama que para muchas personas supone el alcohol. Por eso no se puede comprender esta tolerancia social hacia el consumo masivo y temprano de bebidas alcohólicas. Como si fuera tan normal que los jóvenes se vayan y se pongan hasta arriba de copas.

 

 

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Por Mayte CIRIZA

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