Ducharnos con agua fría y cambiarnos de ropa interior cada cuatro días. Esto es lo que tendríamos que hacer si siguiéramos las recomendaciones de los Ministros de Medio Ambiente de España y de Italia. Para el nuestro, Miguel Arias Cañete, derrochamos mucha agua en la ducha mientras esperamos a que salga el agua caliente y por eso él se ducha con agua fría “antes que consumir medio litro más”.
Estas declaraciones han dado mucho que hablar, y en general con mucho recochineo, pero nada en comparación con las del Ministro italiano de medio ambiente, Corrado Clini, para quien nos cambiamos mucho de ropa interior: “Sólo hay que cambiarse de ropa interior un par de veces a la semana Si las personas están limpias, ¿por qué cambiarse todos los días?”. Y añadía: “Hay que desnudarse y colgar la ropa para que le dé el aire. Así, no siempre será necesario meterla en la lavadora”. Y por si fuera poco, remataba de la siguiente manera: “si las partes íntimas están bien aseadas, y las mías están limpísimas, la ropa interior puede aguantar cuatro días” (lo mejor es lo de “las mías están limpísimas”).
Lo del italiano no sólo es de recochineo sino directamente de cochino, de guarrindongo. Pero más allá del recochineo o del cochineo, esto nos sirve para darle una vuelta a nuestra implicación con el medio ambiente. Cada uno de nosotros puede hacer muchas cosas en el día a día para ahorrar energía, aprovechar el agua y para, en general, no malgastar los recursos. Es una cuestión de responsabilidad y de compromiso ecológico personal.
Tenemos que plantearnos que con pequeños gestos se puede conseguir mucho, se trata de tener conciencia medioambiental y solidaridad con los que vienen detrás (frente a la terrible expresión de “el que venga detrás que arree”). Pero de ahí a que nos digan cuántas veces hay que cambiarse de bragas o de calzoncillos, hay un trecho, y manifiesta esa tendencia de los gobiernos a meterse en la vida privada de los ciudadanos, en este caso, a meterse en la ducha o en el cajón de la ropa interior.
No utilizar el váter de papelera, no dejar el grifo de agua abierto mientras te lavas los dientes, separar las basuras, reciclar con esmero, poner la lavadora o el lavavajillas con la carga completa, no dejar el agua correr mientras te enjabonas en la ducha o te das el champú, utilizar bombillas de bajo consumo, apagar las luces, hago todo eso y mucho más. Pero a lo que, desde luego, no estoy dispuesta es a que ningún gobierno me diga cada cuánto me tengo que cambiar de ropa interior.