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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

A buen hambre

“Hoy os puedo ir poniendo un revuelto de hormigas, unos saltamontes a la plancha, que están muy crujientes –además me los acaban de traer, de la zona de Arnedo-, unos gusanos de temporada rebozados, que están muy suaves, y unos escarabajos -de Santo Domingo, muy frescos, recién cogidos esta mañana- con un poquito de salsa. Yo creo que con esto ya tenéis bastante para picar y luego ya me decís el segundo plato”.

¿Nos podemos imaginar por un momento esta conversación en alguno de nuestros restaurantes? Bueno, pues la FAO sí. Este organismo de la ONU -que se encarga de la alimentación y la agricultura, con el objetivo de luchar contra el hambre- ha publicado recientemente un informe en el que recomienda el consumo de insectos para dar de comer a un número cada vez mayor de personas.

Al parecer los insectos son ricos en proteínas, materias grasas y minerales, un auténtico manjar, muy nutritivos y, como hay muchísimos en todo el mundo, muy baratos. “Un bocado exquisito para los paladares más exigentes” podría ser el anuncio de una insectada (en lugar de mariscada) de escorpiones, avispas, abejas gusanos, langostas (no la de marisco, no; la otra, la que salta). Mi santo, que no hace ascos a nada, ha probado estos bichos por ahí y me dice que tienen ¡un sabor muy vivo!, pero no le dejo entrar en detalles.

Al recoger la noticia en las teles nos la ilustraban con imágenes de países en los que es habitual comer insectos. En el telediario conectaban con la corresponsal en China, que desde el mercado popular de Donghuamen en Pekín, nos invitaba a comer una brocheta de escorpiones: los cogían vivos de un caldero –que estaba lleno-, los ensartaban en el palo, y ¡a la sarten!, ¡a la rica brocheta de escorpiones!

¡Dónde estén nuestra sangrecilla, lecherilla, riñones, sesos, asadurilla, embuchados, criadillas, lengua, tripas, mollejas, oreja, los preciados caracoles o el no va más, sesos! Nos da mucho asco la idea de comer insectos, supongo que el mismo que le produce a mucha gente ver la paella con conejo y caracoles, o los sesos de la cabecilla, o esas fuentes con lengua de vaca, o una caracolada.

Mientras tanto, seguimos tirando a la basura un montón de comida, según datos de enero de este año, la mitad de los alimentos que se producen en el mundo van a la basura. En España tiramos unos 8 millones de toneladas de comida al año, con lo que se podrían llenar 80 veces los Bancos de Alimentos. No sé si la solución al hambre en el mundo es comer estos bichos raros, aunque a  mí me parece más bicho raro el que tira la comida. En fin, quién no nos dice que dentro de unos años el refrán dirá que “a buen hambre no hay insecto duro”.

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Por Mayte CIRIZA

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