>

Blogs

Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Son rumores, son rumores

“Pues me han dicho que Fulanito está liado con Menganita”, me soltó de sopetón una compañera de trabajo a la vuelta de vacaciones; “pero, ¿qué me estás contando?”, le contesté; “los han visto juntos varias veces, me lo ha dicho Zutano, que se lo ha comentado Perengano”, me replicó; “¿seguro?”; “sí, sí, seguro, ¡que los han visto!”; “a lo mejor son solo amigos”; “de eso nada, que se ponían ojitos, según le dijeron a Remengano…”.

En fin, quien no haya hecho caso de un rumor o quien no haya difundido alguno, que tire la primera piedra. Nos encantan los chismorreos, disfrutamos con las habladurías, escuchamos con atención los cotilleos, no nos apartamos de los chismes, abrimos las orejas a las murmuraciones, nos pierde el cotorreo y siempre estamos dispuestos a dar credibilidad a un bulo. Aunque no nos guste reconocerlo, va a resultar que todos tenemos algo de la Vieja del Visillo, ese personaje inigualable de José Mota. De hecho, eso de “cuando el río suena, agua lleva” no es sino esa predisposición a creernos los rumores.

Esto, que es tan viejo como la propia comunicación humana, se ha multiplicado con internet y las redes sociales. Lo que antes se quedaba en la barra del bar o en la peluquería, ahora se nos va de las manos. Lo malo no sólo es que la red amplifica de forma ilimitada los rumores y les da categoría de información veraz, sino que incluso se han creado redes sociales específicas dedicadas a los rumores (como Gossip –que significa “rumor” en inglés-), además de lo que ocupan los chismes en las ya existentes (facebook, twitter…), que se utilizan muchas veces desde el anonimato para difamar y perjudicar. Precisamente el anonimato crea un efecto de desinhibición que favorece esos comentarios ofensivos.

Cómo será la cosa, que un grupo de profesionales de las nuevas tecnologías y de protección civil se han unido para detectar y paralizar bulos en la red. Internet, si es algo, es inmediatez y cualquier desmentido siempre llega tarde, además de que al no haber filtros ni jerarquías -todo vale, cualquier fuente es buena- se dan por válidas noticias que no lo son.

Algunos, como no tienen bastante con sus problemas, a partir de cualquier detalle ajeno montan una historia. La rumorología malintencionada puede llegar a ser un arma de destrucción muy potente. Hay que saber pasar de ello. Por eso, cuando te cuenten algo de la esfera íntima de los demás, piensa, filtra, ponlo en cuarentena y recuerda aquella canción de Rafaella Carrá, “son rumores, son rumores”.

 

Temas

Por Mayte CIRIZA

Sobre el autor


noviembre 2013
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930