Todos me decían en la reunión que aquel proyecto no iba a salir adelante, que “bien pensado” no tenía viabilidad, que no encajaba, que dónde íbamos con eso, que era una idea peregrina, imposible de llevar a la práctica…, pero algo me decía que iba a salir bien, lo vi desde el primer momento, no era un impulso, no era una corazonada, sino una seguridad interior, una certeza. Y salió bien.
¿Cuántas veces no nos ha pasado esto? En todos los aspectos de la vida, en lo personal o en lo profesional, en lo importante o en lo accesorio. Andamos siempre analizando y racionalizándolo todo, estudiando detalladamente los pros y los contras de cada decisión, y eso está bien, pero no hay que olvidar esa importante herramienta vital que es la intuición.
El propio Einstein, uno de los máximos exponentes de pensamiento lógico y racional, dijo que “la intuición es la única cosa realmente valiosa”. Pero hasta ahora la intuición no ha tenido buena prensa, se menospreciaba y se arrinconaba. De hecho se dice “intuición femenina”, como si fuese una forma menor de entender la vida, algo relegado al mundo de las mujeres, frente al conocimiento científico y a la capacidad de razonar.
En su último libro “El sueño de Alicia” –recién salido de la imprenta-, Eduardo Punset señala que “la intuición es una fuente auténtica de conocimiento”, algo totalmente compatible con el pensamiento científico y el análisis racional. A pesar de que la ciencia ha ridiculizado el concepto de intuición, esta ha servido a los grandes inventos, a los grandes avances científicos y creaciones artísticas de la historia de la humanidad. De hecho, la neurociencia moderna ha demostrado que es una capacidad real que incluso se puede visualizar en escáneres cerebrales.
Nuestro sistema educativo despreciaba la intuición y las emociones, pero ahora se están recuperando. Sin ir más lejos, en La Rioja se ha puesto en marcha este curso un programa de Inteligencia Emocional en varios colegios para que los alumnos desarrollen el autocontrol, la empatía, aprendan a expresar las emociones y eleven su autoestima. Ha quedado demostrado ya que todo ello mejora el bienestar personal y el clima escolar y, por tanto, el rendimiento académico.
No se trata de eliminar el conocimiento y el análisis racional, que no se confunda nadie, pero nos perdemos algo muy importante y positivo si despreciamos la intuición. En estos momentos de crisis, de incertidumbre y de cambios tan profundos, si hay algo que favorece la creatividad y la innovación, el espíritu emprendedor y la capacidad de soñar, es la intuición. En un mundo como el nuestro en el que valoramos todo por el precio de las cosas, tenemos que empezar a tener en cuenta el enorme valor de la intuición. No sabría explicar muy bien por qué, pero tengo esa intuición.