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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

¿Cuánto?

¿Cómo es posible que sigamos permitiendo esto? Me hago esta pregunta cada vez que paso por la carretera y veo esas luces de neón habitualmente de color rosa, intermitentes, con las letras Club bien grandes y a menudo con una silueta femenina al lado. La sociedad mira hacia otra parte al pasar no sólo por estos “clubes de carretera” (una manera fina de llamar a esos antros de explotación de las mujeres), sino que mira en general hacia otro lado con la prostitución, esa modalidad de violencia contra las mujeres.

En Francia han dejado de mirar para otro lado mientras se esclaviza sexualmente a las mujeres y van a multar a los clientes de la prostitución con 1.500 euros y hasta 3.750 euros al que sea reincidente. También se va a poner en marcha un programa de abandono de la prostitución, con 20 millones de euros al año, para ofrecer alternativas de reinserción social y profesional a las mujeres que la ejercen. En Francia los que están a favor no están escondidos como aquí, y 350 que se llaman a sí mismos intelectuales han firmado un manifiesto, por cierto con el título de “No toques a mi puta. El manifiesto de los cabrones”. Lo he leído y estoy de acuerdo en una cosa con ellos, y es en el título: sin duda, lo son.

De momento el proyecto de Ley ha pasado con holgura una primera votación y sigue su tramitación hasta junio. En Francia las prostitutas han dejado de ser consideradas culpables para pasar a ser víctimas y, por tanto, hay que protegerlas. Francia, referencia de la libertad, igualdad y fraternidad, da un paso histórico que espero sirva como ejemplo para el resto de países de Europa y del mundo.

Como en España se está tramitando una Ley de Seguridad podían aprovechar para seguir el ejemplo de Francia (y de Suecia) para multar a los clientes de la prostitución y ayudar a erradicar así esta forma de explotación de las mujeres que es, además, un caldo de cultivo para la delincuencia organizada. Detrás de la prostitución se oculta la pobreza, la miseria, la trata, la explotación sexual. No se trata de ocultar el problema, no se trata de quitar a las putas de las carreteras o de las calles, sino de que las mujeres no tengan que vender su cuerpo para salir adelante.

Quienes defienden la libertad de las mujeres para prostituirse, supongo que defienden también la libertad para ser esclavo, la libertad para que los niños trabajen o la de la compraventa de órganos. Más del 90% de las prostitutas en España son inmigrantes, están en las manos de redes de trata de mujeres, trabajan en un cuchitril y, si no han conseguido el dinero al final de la jornada, les rompen la cara. ¿Cómo es posible que a comienzos del siglo XXI sigamos permitiendo esa forma de esclavitud que es la prostitución? Una buena manera de comenzar a erradicarla es que no salga gratis preguntar “¿Cuánto?”

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Por Mayte CIRIZA

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