65.000 millones de euros. El Presidente de Francia, François Hollande, convocó la semana pasada una rueda de prensa para anunciar nada más y nada menos que 65.000 millones de euros de recortes adicionales, es decir, a recortar sobre el presupuesto, además de lo que ya ha ajustado el Gobierno francés hasta ahora. En la imponente sala (por cierto, preciosa, ¡ah la grandeur!) del Palacio del Elíseo había 700 periodistas, ¡ahí es nada!
Pero tanta expectación no era para seguir el anuncio de este recorte que tanta repercusión va a tener en el día a día de los franceses, sino para seguir otro día a día, el de los amoríos del Presidente Hollande, del que se ha destapado en la prensa su relación sentimental con una actriz, Julie Gayet (más joven, claro) al margen de su relación oficial de pareja con Valérie Trierweiler, la primera dama (mi santo, en cambio, dice que prefiere con diferencia a Trierweiler). En Francia no hay ideología de cintura para abajo, en eso no hay diferencia entre los Presidentes. Esto le pasa a un político en Estados Unidos y ya habría dimitido, con la mujer al lado, llorando los dos.
Debe de existir la erótica del poder, porque no sé qué le ven las mujeres a Hollande. Imagino que será un gran conversador, que tendrá un humor extraordinario y otros encantos ocultos, no tengo el gusto de conocerlo, pero a primera vista no parece que sea de los que destilan testosterona.
Que algo tan privado como la vida sentimental del Presidente de Francia sea tan gran noticia (allí y en todo el mundo) es una muestra más de que vivimos la era del fin de la intimidad. No sólo para los que están en política o los famosos, que están más expuestos, sino para todos. Todo se cuenta en las redes sociales, en una especie de gran hermano global. Ya no hace falta una cámara de fotos o de vídeo, con el móvil se graba o se hace la foto y se cuelga en la red al instante, aunque lleves un casco de moto. Y como contamos nuestras vidas, queremos también conocer las vidas de los demás.
Produce un morbo enorme conocer detalles de la vida íntima de los personajes públicos, pero en política hay un plus. Y es que cuando se tiene una responsabilidad política de alto nivel, la transparencia necesaria que se pide al ejercicio de la política se traslada a todas las esferas de la vida. Desde luego, quién es la pareja de un Presidente o sus infidelidades son algo importante para los ciudadanos. Otra cosa es la valoración que haga cada uno, a unos les dará igual y otros, en cambio, querrán que quien les representa y dirige sea un modelo de ejemplaridad, de coherencia y de honestidad personal.
Como escribía estos días Marius Carol, “Hollande ha sido infiel a Valérie Trierweiler, pero no a Angela Merkel con los recortes”. En este caso, la fidelidad a Merkel no es noticia, (claro, la fidelidad nunca lo es), por eso los recortes han pasado a un segundo plano. Parece que lo que de verdad importa, en lo que anda todo el mundo entretenido, es con quién está Hollande entre las sábanas.