“Te vi anoche en la tele, te quedaba muy bien ese pañuelito rojo”. Estaba tomando café con una amiga que sale de vez en cuando en la tele, cuando se acercó un conocido a saludarnos y le soltó que le había visto muy conjuntada en la tele. Mi amiga le preguntó, “¿y qué tal lo que dije?”, a lo que él respondió: “no me acuerdo de qué hablabas, pero te vi muy bien, muy favorecida”.
No es la primera vez que escucho algo así. Algo que no veo que suceda con los hombres que tienen presencia pública y salen en la tele. En su caso se fijan, nos fijamos –en general- en el aspecto físico, cómo no, pero más en los mensajes, en lo que dicen. En cambio, en el caso de las mujeres, además de tener que trasladar un buen contenido, tienen que tener también una buena imagen y cuidar especialmente su aspecto físico.
Es tal la presión que hay sobre el aspecto físico de las mujeres, sobre su peso, su edad, sus arrugas, sobre cómo les queda la ropa que llevan, que como muchas no llegan a ese “ideal” de imagen que trasladan los medios, acaban odiando su imagen y sus cuerpos. Se ha hecho una macroencuesta en el Reino Unido y, de las 45.000 mujeres a las que se ha preguntado, el 60 por ciento dice que “odia el aspecto que tiene”. El 36 por ciento se considera “bastante satisfecha” con su aspecto y con su cuerpo, y tan solo el 4 por ciento está “completamente a gusto” con su imagen. La parte del cuerpo más odiada son los muslos, después la tripa y, cómo no, las tetas y el culo. Aún recuerdo la foto aquella tan comentada -que publicaron casi todos los periódicos- de los culos de Letizia y Carla Bruni subiendo las escaleras del Palacio de la Zarzuela junto a sus respectivos. La reunión entre las dos parejas, reducida a una competición de culos de mujeres. Otra muestra más.
En una sociedad controlada por los hombres, también en la comunicación, se imponen unos parámetros muy estrictos de imagen para las mujeres, que como son casi imposibles de cumplir, hace que muchas se frustren y se sientan inseguras. En cambio, a los hombres se les valora sobre todo por su inteligencia, por su capacidad de trabajo, por su liderazgo…
No defiendo el descuido o la dejadez de la propia imagen en las mujeres –ni en nadie-, pero eso no quiere decir que tengamos que estar sometidas a esta tiranía. Y esto es algo que sufren sobre todo las mujeres que están en puestos con responsabilidad. Se trata de aceptarse, de estar a gusto con una misma, de cuidarse sin obsesionarse, porque lo contrario supone perder calidad de vida, supone sufrimiento, inseguridad y baja autoestima. Esta es una forma más de sometimiento. Desigualdad en los sueldos a pesar del mismo trabajo, desigualdad en las horas de dedicación a la familia y desigualdad en las exigencias de imagen. En un chiste de esos que circulan por Whatsapp, se ve a un tipo fofo y con barriga cervecera que se ve en el espejo como si fuera George Clonney. Las mujeres, en cambio, tenemos que reflejar en el espejo que somos modelos o maniquíes.
