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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Ocho apellidos vascos

“Euzkadi tiene un color especiaaaaal, Euzkadi tiene un color diferenteeee”. Ver cantar esta canción de los del Río (“Sevilla tiene un color especiaaal…”) a un grupo de abertzales en la plaza de un pueblo pesquero del Euzkadi profundo, frente a los ertzainas vigilantes, es una de las tronchantes escenas de una comedia romántica, desternillante desde el principio hasta el final, “Ocho apellidos vascos”.
Al estilo de la genial película francesa “Bienvenidos al Norte”, la española parodia los estereotipos regionales, en este caso de andaluces y vascos, sobre todo de estos últimos. De una forma audaz, afronta temas tabú como la violencia callejera y el mundo independentista vasco, y los lleva al ridículo. Por eso, además de divertidísima, es una vacuna contra los radicalismos y una terapia de humor para estos tiempos difíciles.
Este país necesita y demanda más humor, como el de esta película. La mejor demostración es que está arrasando en taquilla, lleva dos semanas en cartel y ha recaudado ya nada más y nada menos que ¡16 millones de euros! La vi el sábado pasado, con mi santo, en una sala abarrotada que estuvo partiéndose de risa durante toda la película (la risa es contagiosa, no es lo mismo que verla en casa) y al final los asistentes aplaudimos como si estuviéramos en el teatro.
Y es que tenemos que reírnos más de nosotros mismos, en todos los ámbitos. No me imagino en España una cena como la que hacen en Estados Unidos, con los corresponsales de la Casa Blanca, en la que el Presidente se parodia a sí mismo. Nos tomamos demasiado en serio, y eso es un signo de soberbia, de creernos muy importantes. Bueno, por algo se dice en toda Europa “orgulloso como un español”. Lo afrontamos todo con mucha solemnidad y no nos gusta que nos critiquen, pero, eso sí, no dejamos de criticar a los demás.
Estamos llenos de prejuicios y, aunque cada uno se considera a sí mismo muy tolerante y muy abierto, en realidad, en el fondo, pensamos que nuestra forma de ser, nuestra manera de ver las cosas, es la mejor, y rechazamos lo diferente. Esta película cuestiona todo ello y se ríe de los prejuicios y de los tópicos de este país.
Una de las cosas más productivas que podemos hacer es una autocrítica con humor: reírse de uno mismo es muy sano, es una catarsis y un signo de inteligencia. En vez de emplear tanta energía en criticar a los demás, siempre es mucho más útil ver qué podemos mejorar de nosotros mismos.
Parece que están preparando “Nueve apellidos catalanes”, espero que la hagan cuanto antes. Decía Baroja que el nacionalismo se cura viajando, creo que también se cura con películas como esta. Vete a verla, no te la pierdas: “Ocho apellidos vascos”.

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Por Mayte CIRIZA

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