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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Prohibido conectarse

Estaba en una reunión cuando se oyó el sonido de un mensaje en un móvil: todos los que allí estaban cogieron su teléfono para ver si el mensaje era suyo. Claro, la que estaba hablando tuvo que interrumpir su intervención y perdimos el hilo. Cuántas veces, mientras estamos trabajando, entra un mensaje en el grupo de guasap con la última tontería y al momento se pueden leer cuatro o cinco contestaciones de personas que se supone que están también trabajando.
Lo mismo que atendemos inmediatamente el mensaje de guasap, contestamos un correo que ha entrado a las 11.30 de la noche mientras estamos en casa, a veces incluso desde la cama.
Para evitar esta hiperconectividad, este atontamiento, estas jornadas interminables, esta disponibilidad permanente, se acaba de aprobar en Francia que los ingenieros e informáticos franceses con cargos de responsabilidad tendrán que apagar sus móviles 11 horas diarias y un mínimo de 35 horas durante el fin de semana. Vamos, que estará prohibido estar “on line” todo el tiempo para los que tengan puestos directivos, es decir, para los que tienen que tomar decisiones o concebir y elaborar proyectos, y para aquellos que tienen autonomía en su trabajo.
¿Por qué? Pues porque las nuevas tecnologías fomentan que las jornadas laborales sean interminables, ilimitadas, que haya que estar siempre disponible y siempre conectado, de forma que no hay oportunidad de parar y de desconectar. La conexión constante nos impide concentrarnos.
Por eso hay que descansar en fin de semana y en vacaciones. Y también en el día a día. ¡Que nos los digan a los españoles! Aquí tenemos un problema añadido: nuestro horario de irnos a la cama. Cómo será que en España se acaba de plantear que el “prime time” de la tele se adelante al menos una hora, que los informativos se emitan una hora antes, de forma que la programación más vista termine a las 11 de la noche, no a las 12.30 o a la 1, como hasta ahora. De esta forma cenaríamos antes (el New York Times titulaba “España, el país en el que se cena a las 10 de la noche”), dormiríamos más, descansaríamos mejor y, por tanto, seríamos más productivos en el trabajo. Además, así conciliaríamos mejor la vida familiar y laboral, y seguro que incluso mejorarían los resultados escolares (porque los padres estarían más con los hijos y ¡estos se acostarían antes!).
Mientras escribo este artículo (lo veo ahora) me han llegado tres guasaps y dos correos, seguro que mientras lo lees te ha pasado algo parecido. Leía hace unos días que “estar enganchado al móvil y al email te vuelve más idiota porque reduce la capacidad de concentración”. Tenemos que ser capaces de no leerlos ni contestarlos de forma inmediata. Pueden esperar. Nada como apagar el móvil unas horas al día sin entrar en pánico. Tu trabajo y tu salud te agradecerán que cumplas durante unas horas lo de prohibido conectarse.

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Por Mayte CIRIZA

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