Me contaban los responsables del Banco de Alimentos que estaban haciendo en Logroño una campaña de recogida en una cadena de supermercados hace unas semanas, y que una persona que estaba pidiendo en la puerta de uno de los supermercados se levantó y con el dinero que tenía en el cartón, compró unos kilos de arroz y los entregó a los voluntarios encargados de la recogida de alimentos. La anécdota es impactante, porque incluso alguien que está tan mal como para ponerse a pedir en la puerta de un supermercado es capaz de pensar que puede haber alguien que esté todavía peor que él.
La pobreza en España ha aumentado con la crisis en estos últimos años para vergüenza de todos. Nadie pone en duda que hay familias que no pueden permitirse comer tres veces al día, y esto afecta, cómo no, a los más vulnerables, los niños de esas familias. Para solucionarlo, algunos han propuesto que se abran los comedores escolares en verano para que estos niños puedan comer en condiciones.
Está claro que hay que hacer algo, está claro que hay que buscar soluciones urgentes, pero lo que no está tan claro es que esa sea la solución más acertada. Como dice Savater, “el populismo es ofrecer soluciones falsas a problemas verdaderos”. Y en la propuesta de abrir los comedores escolares en verano para estos críos hay algo de esto, de populismo y demagogia. Y no lo digo por hacer visible o no la pobreza, no se trata de ocultarla, sino que lo digo por el propio chaval, se trata de la integración de estos niños, de su dignidad, de no estigmatizarlos.
Todo depende de cómo se haga; es una buena idea abrir los comedores en verano en el marco de actividades educativas, de ludotecas, de campamentos urbanos, que todos los que vayan puedan quedarse a comer y que haya becas de comedor para los que lo necesiten. Pero desde luego, abrirlos para que vayan a comer solo los chavales de familias con dificultades, no es la mejor solución. Se trata de buscar soluciones de verdad, de que las ayudas lleguen directamente a las familias que lo necesiten y los críos puedan comer en verano en su casa. Bueno, la verdadera solución es encontrar un puesto de trabajo que te permita vivir dignamente. Mientras tanto, ayudas sociales urgentes para quienes lo necesiten. Pero, en cualquier caso, ¿cómo es posible que las alarmas se disparen a final de curso? ¿Por qué no se planteó esto hace meses? ¡Vaya falta de previsión!
Los comedores escolares surgen para conciliar la vida familiar y laboral, no se trata de convertirlos en comedores sociales. Ahora nos enfrentamos a otra conciliación: algo que no nos podíamos ni imaginar en nuestro país, el derecho a la alimentación y el derecho a la intimidad y a la dignidad de los niños, para algo tan básico y fundamental como es crecer sin hambre.