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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Muy en serio

El viceprimer ministro turco se quejaba este verano de la corrupción moral en su país porque… ¡las mujeres se ríen en público! “¿Dónde están nuestras chicas, que se sonrojaban ligeramente, bajaban la cabeza y miraban hacia otro lado cuando nosotros las mirábamos a la cara convirtiéndose en su símbolo de castidad?”, proclamó literalmente mientras reprochaba que las mujeres turcas han perdido la decencia y la moral por reírse en público. Y añadió: “la mujer debe saber lo que está permitido y lo que no. No reirá en público. No se comportará de forma seductora y protegerá su castidad”.
Puede parecer un chiste, pero no lo es. Desde luego es una muestra más de querer someter a las mujeres y de reducirlas al ámbito doméstico. Se empieza diciendo que las mujeres no se pueden reír en público y se les acaba poniendo un burka. Para contrarrestar las demenciales declaraciones del viceprimer ministro turco, ha habido este verano una campaña en las redes de mujeres y de hombres riéndose y solidarizándose con las mujeres turcas, y con tantas que sufren situaciones similares.
Reírse es la sal de la vida y las personas que se ríen tienen mejor salud física y mental. Un proverbio chino dice que para estar sano hay que reírse treinta veces al día. No sé si tantas, pero reírnos nos oxigena, nos inmuniza contra la depresión y la angustia, aumenta la creatividad y la imaginación. Físicamente hace que el cerebro genere endorfinas, que son como unos sedantes naturales del cerebro, y por tanto la risa actúa como un analgésico. Es una medicina natural extraordinaria, y no hay dosis máxima recomendada, te puedes reír cuanto quieras, sin efectos secundarios adversos. Al reírnos disfrutamos más de la vida.
Como escribió Erasmo, “reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos”. Y aunque reírse es gratis, muchas veces pagamos por reírnos, IVA incluido, en el cine o en el teatro. La risa es contagiosa, crea buen rollo y es una de las mejores terapias que hay. Reírse de uno mismo es una costumbre muy sana y aumenta la autoestima, en cambio los que se toman demasiado en serio a sí mismos acaban pareciendo ridículos.
Todos los regímenes totalitarios están en contra de la risa y del sentido del humor. Por eso la risa es también un signo de libertad, desde luego lo es de salud, y, aunque le pese a los fundamentalistas de todo tipo, es un signo de igualdad. Y es que la risa es algo que tenemos que tomarnos muy en serio.

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Por Mayte CIRIZA

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