“Los que sepan recitar el Corán son musulmanes y siguen en la barca. Los que no, son cristianos, al mar, tiradlos por la borda”. Algo así pudo suceder en una patera en medio del Mediterráneo, rumbo a Palermo, en la que la mayoría musulmana arrojó al mar, para que se ahogaran, a doce personas por el hecho de ser cristianos. Al llegar a la cuidad italiana, el 14 de abril, ante el testimonio de algunos de los que allí iban, y gracias a las fotos que habían hecho con el móvil, la policía detuvo a quince de los inmigrantes por homicidio múltiple con el agravante de odio religioso; todos ellos procedían de Senegal y Costa de Marfil.
“Los que sepan recitar el Corán son musulmanes, y quedan libres; los que no, son cristianos”, y a los cristianos los mataron aquel 2 de abril en la Universidad de Garissa. Según el testimonio de los que salvaron la vida, eso es lo que sucedió literalmente, en Kenia, donde la banda islamista Al Shabaad asesinó a 148 universitarios cristianos (dejaron otros 50 malheridos), después de liberar a los universitarios musulmanes. Los asesinaron por odio religioso.
A otros muchos, a miles, no les piden que sepan recitar el Corán, directamente los asesinan, porque ya saben que son cristianos. Son terribles las imágenes del vídeo del brutal asesinato por los terroristas del Estado Islámico de 30 etíopes, por el hecho de ser cristianos, en Libia, hace unos días, a mediados de abril. Vestidos con monos color naranja, a unos los decapitaron y a otros les pegaron un tiro en la cabeza, en una playa de Libia.
Este vídeo recuerda a otro que también los terroristas del Estado Islámico hicieron público el 16 de febrero en el que decapitan, también con mono naranja, a 21 egipcios, cristianos coptos, también en una playa de Libia.
Todas las semanas nos llegan noticias de matanzas de cristianos en África, Oriente Medio y Asia. A comienzos de año, en Nigeria, los extremistas islámicos, tristemente famosos, de Boko Haram asesinaban a cientos de cristianos (ya nos hemos olvidado de las más de 200 niñas que secuestraron por ser cristianas, y por ir a la escuela, no hemos movido ni un dedo). En Peshawar, en Pakistán, los radicales islamistas mataron a más de cien cristianos a la salida de una iglesia.
Esto está pasando ahora mismo. A estos sirios, egipcios, nigerianos, kenianos, pakistaníes, iraquíes, de tantos otros países, los están asesinando en masa por ser cristianos, y no he visto ni una sola campaña en contra de esto, ni un solo #yosoycristiano. Ni han movido un dedo las organizaciones internacionales, ni se han puesto en marcha operaciones de seguridad o ayuda humanitaria desde los países occidentales. “Los ríos de sangre desembocan en el mar de nuestra indiferencia” decía El Roto en una viñeta la semana pasada (a propósito de la muerte de cientos de inmigrantes en el Mediterráneo). Podríamos aplicarlo también a este genocidio contra los cristianos. Su sangre desemboca en el mar de nuestra indiferencia, con nuestro silencio, con nuestro silencio cómplice.