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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Lo mejoramos

“No te digo que me lo mejores, sino que me lo iguales”. Esta frase forma parte de un personaje de José Mota, el Fumi de Morata, un joven de voz resacosa, siempre cubata en mano, que a sus treinta y tantos años presume, desafiante, de vivir a costa de sus padres y de no dar un palo al agua, que ni quiere estudiar ni es esfuerza en trabajar. El propio Fumi confiesa: “vivo a cuerpo de rey”, a lo que sus padres, que le secundan y defienden en esta actitud vital, contestan: “¡esa es la verdad!
Sí, es verdad que hay jóvenes que viven así, como el Fumi de Morata, y sus padres lo consienten y alientan; pero también es verdad que son más, muchos más, los jóvenes que quieren salir adelante, que se esfuerzan, que estudian, que están mucho mejor preparados que sus padres, que saben idiomas, que son innovadores, que tienen ideas, que son nativos digitales y se mueven por la red como pez en el agua.
Jóvenes preparados, educados para llegar lejos, pero que no encuentran trabajos adecuados a su formación y, por tanto, tardan cada vez más en irse de casa de sus padres. Si les pagamos unos sueldos miserables, si los tenemos como eternos becarios, no pueden emanciparse, lo que produce frustración y alarga el infantilismo. Como consecuencia, si quieren tener hijos no pueden tenerlos pronto, así que somos uno de los países europeos con el índice de natalidad más bajo.
Los jóvenes españoles están entre los que más tarde se van de casa de toda Europa, a los 29 años, mientras que la media europea es a los 26 años. Donde antes se van de casa es en Suecia, Dinamarca y Finlandia, con 20. Más tarde que en España se van en Italia, Grecia, Portugal y Bulgaria, y los más tardíos son los de Croacia, Eslovaquia y Malta, más allá de los 30 años.
Como vivo rodeada de jóvenes, puedo comprobar que esta nueva generación tiene otros valores predominantes: no pretenden tener cuanto antes un piso propio o un coche, sino que valoran más las experiencias vitales y el bienestar emocional. Hay una falta de generosidad con esta generación de jóvenes porque la sociedad no les da paso. Están ahí, son capaces, están preparados, nos piden que les demos una oportunidad, saben hacerlo, tienen ganas, empuje y energía. Al contrario que el personaje del Fumi de Morata, están pidiendo paso y nos están diciendo “no queremos igualar lo que hay, sino que os lo mejoramos”.

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Por Mayte CIRIZA

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