Es una de las imágenes de la página de la historia que hemos vivido esta semana. Después de triunfar la moción de censura, uno de los líderes de Podemos, Juan Carlos Monedero, a la entrada del Congreso de los Diputados, agarraba por los hombros a la Vicepresidenta del Gobierno, y la mantenía sujeta mientras le espetaba: “Me alegro de que os vayáis”. A lo que Soraya Sáenz de Santamaría contestó: “A mí no me gusta que lleguéis, pero esto es la democracia”.
Cuando vi la escena me pareció una muestra de machismo. ¿Se lo habría hecho a un hombre? Monedero no se atrevió a sujetar por los hombros con los brazos extendidos a ningún Ministro para decirle eso mismo. Podría haberse atrevido con Iñigo Méndez de Vigo o Iñigo de la Serna, que son más grandes que él. No, tenía que hacerlo con una mujer, y más pequeña, él, el machote.
¿Nos podemos imaginar por un momento a Rafa Hernando cogiendo de la misma manera a Irene Montero y diciéndole algo así como “cuánto me alegro de que no gobernéis” cuando se formó el Gobierno de Mariano Rajoy? Habría tenido que irse del país.
Monedero, además de esa actitud machista, puso de manifiesto su falta de respeto y que no sabe ganar. No se coge a nadie por los hombros para restregarle una victoria. Además de poco elegante, no parece muy democrático. En la vida es más frecuente perder que ganar, y hay que saber gestionar tanto los éxitos como los fracasos.
Cuando los tenistas acaban un partido se dan la mano. No imagino a Rafa Nadal agarrando por los hombros a Federer para decirle: “Me alegro de que hayas perdido”. Saber ganar supone no humillar al vencido, ser generoso y reconocer sus méritos. Saber perder implica admitir la derrota, asumir las consecuencias y felicitar al adversario. Que ganes una vez no significa que lo hagas siempre, de la misma manera que perder una vez no significa que todo esté perdido. Tan importante es saber manejar la frustración que producen los fracasos, como no humillar ni ir de sobrado cuando se logra un éxito en la vida.
Después de las críticas en las redes sociales, Monedero ha pedido, de esas maneras, disculpas por la escenita que montó. Soraya tendría que haberle dicho lo que muchas sentimos al ver esas imágenes: “Pero, ¿por qué me agarras? Quítame esas manos de encima”. Y es que el machismo, el paternalismo, la soberbia, la falta de respeto, la prepotencia, están concentrados en esas manos.