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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Eutanasia

Se lanzó a las vías en cuanto oyó el sonido del metro, pero se adelantó unos segundos a la llegada y al joven que estaba a su lado en el andén le dio tiempo de lanzarse detrás de ella y empujarla a la otra vía salvándole la vida, justo cuando entraba en la estación la cabecera del convoy. El vídeo de las cámaras de la estación se pasó por todas las teles, y los medios entrevistaron al joven estudiante que, arriesgando su vida, había evitado el suicido de aquella mujer. Todos lo consideraron un héroe y todo el mundo valoró que había hecho lo correcto.

Estamos de acuerdo en que hay que evitar un suicidio y ayudar a la persona que lo intenta para aliviar su sufrimiento psicológico. En cambio, no existe ese gran acuerdo social cuando quien lo intenta tiene una enfermedad física. La semana pasada el Congreso de los Diputados ha aprobado la tramitación de un proyecto de ley para despenalizar la eutanasia en casos de enfermedad grave e incurable o discapacidad grave crónica. El de la eutanasia es un debate ético y moral que va más mucho allá de una mera posición partidista.

Hace un par de semanas pude estar en Vitoria, donde se celebraba el ‘Congreso Internacional de Cuidados Paliativos’, con el Dr. Eduardo Bruera, director de cuidados paliativos en el Anderson Cancer Center de Houston. El Dr. Bruera explicaba que cuando se está enfermo el apoyo a la eutanasia baja de forma radical. Una cosa, explica, es tomar posición al respecto cuando se está sano y otra muy distinta cuando se está enfermo, porque el enfermo lo que quiere es vivir, por encima de todo vivir. Y que la clave está en los cuidados paliativos.

Todos tenemos derecho a una muerte digna, a que no se prolongue de forma irracional y desproporcionada el proceso final de la vida, tenemos derecho a que se administren todos los tratamientos adecuados para paliar el sufrimiento y tenemos derecho a morir en paz. Pero una cosa es esto y otra la eutanasia, que es un fracaso social y médico ante la vida. La ética médica se basa en eliminar el dolor, curar la enfermedad y aliviar el sufrimiento, no en eliminar al paciente.

La eutanasia, además, acentúa la desigualdad social como decía este experto mundial: ‘Si se legaliza la eutanasia antes de tener los mejores cuidados paliativos para la mayoría de la población, estaremos favoreciendo la desigualdad social’. Porque los pacientes más vulnerables, con menos recursos o en peores circunstancias serían más propicios a solicitar la eutanasia para evitar el sufrimiento extremo. Además, ¿qué valores transmitiremos a nuestros hijos si les trasladamos que los enfermos o las personas con discapacidad no merecen la máxima protección de la sociedad? La solución es reforzar con más medios los cuidados paliativos y no la eutanasia.

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Por Mayte CIRIZA

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