Ya no habrá que ir al gimnasio. Ya no habrá que sudar. No habrá que esforzarse practicando un deporte ni sufrir agujetas cada vez que te da por hacer más de tres abdominales. Han inventado unas pastillas que dicen que tienen los mismos efectos y beneficios que el ejercicio físico en el organismo sin tener que moverse del sofá. Jesús, Maxi, Valentín, Héctor y mi santo no tendrán que levantarse a las seis de la mañana para correr no sé cuántos kilómetros. Al parecer, este nuevo producto es el no va más: quema las grasas, aumenta la resistencia y fortalece los músculos.
Y la verdad es que esto me chirría. Es ya lo que nos faltaba para no tener que hacer ningún esfuerzo. Tomamos pastillas para todo: en lugar de esforzarnos por adelgazar, recurrimos a pastillas que nos permiten hacerlo sin pasar hambre; pastillas para dejar de fumar en lugar de tener fuerza de voluntad para ello, y en vez de aprender a relajarnos y desconectar, con una pastilla nos quedamos groguis. Vamos, que tomando una pastilla o apretando un botón pretendemos solucionarlo todo.
Acabamos siendo también esclavos de la tecnología y dependiendo tanto de estas cosas que, cuando no funcionan, estamos perdidos. Sin ir más lejos, nunca mejor dicho, ese invento tan útil que es el GPS, tiene el peligro de que cuando falla, el conductor se pierde. Cerca de tres millones de vehículos lo llevan ya -es algo muy positivo- pero su uso cada vez mayor acabará haciendo que el sentido de la orientación caiga en desuso. No sé en que quedarán las guías de carreteras e incluso los mapas, habrá que preguntarle a algún geógrafo, como el que se encuentra el Principito en uno de los planetas en su recorrido. Antes nos sabíamos un montón de números de teléfono, ahora con la memoria de los móviles, si te quedas sin batería, estás vendida.
Precisamente la noticia de las pastillas del ejercicio, que es como podrían llamarse, coincide con las Olimpiadas de Pekín. Frente a los casos de dopaje, de los que no nos libramos, tenemos ejemplos maravillosos de esfuerzo y superación, como el de la nadadora norteamericana Dana Torres, que a sus 41 años es la medallista más veterana de los juegos olímpicos, pero que, sobre todo, ofrece el modelo de haber superado, con mucho entrenamiento y sacrificio, un serio problema de salud, como fue la bulimia que padeció.
Lo malo es que para estar bien orientado en la vida, para no perderse en las dificultades de cada día, no hay GPS que valga. Vamos por la vida a toda pastilla, pero no para todo hay pastillas. Puede que con una cápsula se evite el sudor del ejercicio físico y se consiga un efecto parecido, pero al final de alguna manera habrá que desarrollar la fuerza de voluntad, el esfuerzo, la constancia, el afán de superación o la perseverancia que hacen falta para salir adelante, para vivir. Y esta fórmula no hay pastilla que la contenga.