Pero aunque las perspectivas no son buenas, es verdad, me resisto a que me dominen con el miedo al año 2009, como si fuera un nuevo apocalipsis ante el que no pudiéramos hacer nada.

Para empezar, hay que intentar sacar lo positivo de la crisis. Esta nueva situación puede cambiar para bien nuestros hábitos y nuestros valores. Hace unos días recibía el calendario para 2009 de una agencia de publicidad de La Rioja, cuyo lema me pareció muy apropiado para el año que comienza: “Las ideas no están en crisis”. La crisis va a agudizar, precisamente, el ingenio y la creatividad. El ingenio y el talento van a valorarse mucho más. Y otros valores. Porque precisamente la nueva situación es una ocasión para redescubrir valores que habían quedado olvidados en la sociedad del consumo, valores como el ahorro, la prudencia o la austeridad.

Otro de los valores en alza será el del esfuerzo. Dentro de unos años nos quedaremos pasmados cuando nos demos cuenta de qué modelos hemos percibido como el ejemplo del éxito, hemos considerado como modelo a seguir a representantes de lo superfluo, en un mundo de lujo, vacío y superficial, que primaba el tanto tienes tanto vales. La ostentación ya no está de moda.

Todo esto va a influir para bien en la educación de los jóvenes. Las generaciones más jóvenes son hiperconsumistas porque se han criado en un ambiente de sobreabundancia, y están menos preparadas psicológicamente para un periodo en el que habrá que renunciar a lo superfluo. Se acabó el quererlo todo y el quererlo ya. El acto de comprar se había convertido en una muestra de estatus, y esto también se acabó. Habrá que potenciar la capacidad de espera cuando uno quiere algo así como la tolerancia ante la frustración. Y esto, sin duda, les será muy útil a los jóvenes para moverse por la vida. Las deportivas tendrán que durar más y la ropa pasará menos de moda.

Como las desgracias no vienen solas, ante la crisis ha crecido todavía más el número de horas frente a la tele en las familias españolas, es más barato que otro tipo de ocio y es más cómodo que abrir un libro (así nos va). Creo, en cambio, que no podemos resignarnos a quedarnos impasibles, atemorizados ante el año que empieza mientras estamos sentados viendo la tele, porque entonces sí que acabaremos consumidos por la crisis. 2009 puede venir cargado de cosas positivas, de oportunidades y, lo que parece más valiente de todo, de esperanza, como dice Obama en el título de su libro, “La audacia de la esperanza”.