Seducidos ante las pantallas de la televisión o del ordenador, millones de personas en todo el mundo seguían la semana pasada la toma de posesión del que parece un tipo corriente, como Presidente de los Estados Unidos. Unos cuantos millones de personas lo seguían allí mismo, con el entusiasmo de quien asiste a un momento histórico y largamente deseado. El planeta entero ha estado al tanto de ese momento, planeta americano, como escribió Vicente Verdú.
El entusiasmo es contagioso, y lo que ha conseguido Obama es entusiasmar y seducir. El nuevo y carismático Presidente ha conseguido seducir a millones de personas en todo el mundo. Pero no sólo ha seducido, sino que ha convencido, con sus magníficas intervenciones, con buenos argumentos y con una oratoria cautivadora.
La seducción se relaciona habitualmente con el sexo o con el triunfo amoroso, pero no es sólo eso. Intentamos seducir cada vez que nos comunicamos, es una forma de generar confianza y sintonía con el otro. Cómo vestimos, cómo nos movemos, cómo hablamos, cómo miramos, todo lo hacemos para seducir a los demás. Todos buscamos que nos quieran, por eso nos pasamos la vida intentando seducir a los demás. A cada persona le seduce un aspecto o una serie de características de los demás. A mí lo que siempre me ha seducido es la inteligencia y el sentido del humor.
Las personas carismáticas tienen magnetismo, inspiran confianza, transmiten tranquilidad, son entusiastas, se sienten seguras de sí mismas, exteriorizan las emociones, tienen vocación de servicio, son trabajadores incansables, son humildes, saben escuchar, son amables, dan las gracias. En definitiva, nos seducen. Como dice Alejandra Vallejo-Nágera en su reciente “Psicología de la seducción”, seducir es atraer el apoyo automático de la gente, es obtener un sí sin haber pedido nada.
Y es que tanto en la política como en la vida, la clave de eso que llamamos carisma está en la seducción, aunque es algo que no tiene que ver necesariamente con el aspecto físico. Sin ir más lejos, siempre se ha dicho que Pujol era un político con carisma, a pesar de ser bajito, más bien feo y con tics. Hay quien dice que es el poder el que da el carisma, pero no es lo mismo
Algunos dicen que hemos pasado de la política de la convicción a la política de la seducción. Las dos son compatibles. Sin ir más lejos, Obama ha seducido, pero también ha convencido. Ha ido más allá de las ideologías (de hecho ha fichado a unos cuantos del otro partido, esto en España sería impensable) ha hablado de valores, de responsabilidad, no ha ocultado la dura realidad. Con convicción, Obama ha mostrado al mundo entero el verdadero poder de la seducción.