Una foto enmarcada de ella y su marido, el duque de Edimburgo, es el regalo de la Reina de Inglaterra al Presidente de los Estados Unidos en su primera visita oficial al Reino Unido. Es el regalo que hace a todos sus invitados, una foto dedicada. Como es la Reina, regala historia, está dando una página de los libros de historia, algo así como para que el obsequiado pueda decir “yo estuve con la Reina de Inglaterra”, o que tus hijos o nietos puedan contarlo. Claro, no se trata de que vaya regalando las joyas de la corona. Además, es una manera de decir que los Presidentes de las naciones pasan, por muy Obama que sea uno, pero que las Reinas de Inglaterra quedan. Es lo que tienen las monarquías, que no hay que votarles cada cuatro o cinco años.
Obama, por su parte, le regaló un ipod con canciones e imágenes de la visita de Estado que Isabel II hizo a Estados Unidos en 2007, un regalo más personalizado y más práctico que una foto que no sabes dónde poner o que no te apetece poner. Lo malo es que cuando vaya la Reina a visitarles buscará su foto en la repisa de la chimenea del salón de la Casa Blanca, y vete tú a saber dónde la habrán metido.
Todas las épocas y sociedades comparten la cultura de regalar. Siempre nos hemos regalado de todo a lo largo de la historia y del mapamundi. Se puede regalar por protocolo de Estado, por interés, por compromisillo –para quedar bien-, para que te deban un favor, para impresionar, por rutina –el día de la Madre, de los Enamorados…- o por amistad.
En estos regalos, en los de amistad, hay una forma de felicidad. Regalar, por altruismo, hace más felices a las personas. Hay una felicidad en dar: cuanto más damos, más recibimos. Las personas que son altruistas y generosas son más felices que las egoístas. La generosidad, la solidaridad en estos tiempos de crisis, es especialmente necesaria, y nos une como sociedad. No se trata únicamente de regalos materiales, los regalos son un ejemplo del altruismo, pero esto es mucho más, abarca otras muchas conductas. Nos fijamos en lo negativo, en lo que nos entristece, y hay numerosos estudios sobre todo ello, pero lo positivo y lo que nos hace felices ocupa mucho más en la sociedad, aunque pase desapercibido.
La búsqueda de la felicidad nos lleva a compartir con los demás, a dar algo de lo nuestro. “Sólo tenemos lo que damos”, que dice mi santo. El regalo es una muestra de estima, de afecto hacia el otro, una manera de transmitirle tu aprecio personal, tu cariño. Para que un obsequio consiga su finalidad no es preciso que sea caro. Cuando recibimos un regalo queremos pensar que somos únicos, especiales, para la persona que te lo da, que ha pensado en ti. Precisamente todo lo contrario que la Reina de Inglaterra, que regala a todos lo mismo. Aunque sea el regalo más humilde, cuando se ha hecho con cariño, con amistad, pensando en ti, para ti es como si fuera la joya de la corona.
