“Me la tiro, paso del condón, y que se compre ella mañana la pastilla, es responsabilidad de ella, que no necesita ni receta, que no me venga con chorradas”. Éste es uno de los mensajes que se traslada a los jóvenes a propósito de que la píldora del día después se administre a cualquier edad y sin control médico. Ojo, el problema no es la pastilla, que me parece muy bien que se administre, el problema es que pretenden dispensarla sin receta y sin límite de edad, como si fuera una pastilla para la tos.
Tengo dos hijos adolescentes y otra hija de once años en fase preadolescente, por eso soy especialmente sensible a la información que se les está haciendo llegar estos días a propósito de la píldora del día después sin receta y sin límite de edad: que todo vale, que pueden hacer lo que sea sin pensar en futuras consecuencias porque, total, con una pastillita al día siguiente se soluciona el posible marrón, sin que se enteren tus padres, que te la pueden liar; y sin tener que ir al médico.
A mi hija no le darían en la farmacia ni un Nolotil sin receta, pero la píldora del día después, todas las que quiera al mes. Con tener los veinte euros que va a costar, todo solucionado. Estamos hablando de un preparado hormonal, de un medicamento que debería tener el correspondiente control médico. Precisamente, cualquier medicamento hormonal tendría que tener un mayor control médico si va dirigido a menores. ¿Nos imaginamos a crías de quince años comprando la pastilla por su cuenta?
Además, deja la responsabilidad en manos de la chica. Según este esquema, el chaval puede hacer lo que quiera sin pensar en las consecuencias. Si hay cualquier problema, que se tome la chica la pastilla. Y eso me parece profundamente machista. Se frivolizan las relaciones sexuales y los riesgos. Y, por otra parte, ¿dónde queda el uso del preservativo? ¿No han pensando en las enfermedades de transmisión sexual?
Las chicas como objeto: hace unos días subastaban a menores en una discoteca de Granada y otro día pretendían premiar la minifalda más corta. En lo que hay que insistir es en el sexo seguro, en hablar de ello sin complejos y sin tabúes a los jóvenes, en llevar a cabo campañas de sensibilización. Por no hablar de la barbaridad de que una menor de edad pueda abortar sin conocimiento ni permiso de sus padres, eso lo dejo para otro día.
Pero lo que ya me parece el colmo es que nos la quieran dar con queso, que esta forma de nuevo machismo se pinte como falso progresismo. Más allá de las consideraciones médicas o de la responsabilidad como madre, que ya sería suficiente, hay algo más: con el esfuerzo que nos está costando la lucha por la igualdad de la mujer, tanto los sexismos minifalderos de la disco como el sexo sin precaución al que lleva la pastilla del día después a menores y sin receta no son, en realidad, más que una manifestación más del machismo del día de antes.
