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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Barra libre

Hasta ahora, si ibas hasta arriba de copas y te daba por zurrar o cargarte a tu mujer, a tu novia o a tu ex, eso era un atenuante, rebajaba la condena, bajo la idea de que “iba bebido y no sabía lo que hacía”. Por fin, nuestros diputados se han dado cuenta de lo contraproducente, injusto y demencial de la situación y el Congreso ha propuesto que deje de ser un atenuante. Todavía nos queda por avanzar, porque, en cambio, si vas borracho y te cargas a otro sirve para que al asesino le echen menos años. ¿Alguien lo entiende?

En realidad, es una muestra de la permisividad hacia el abuso del alcohol en nuestra sociedad, algo con lo que, por fin, se está acabando. La lucha contra el abuso del alcohol, especialmente entre los jóvenes, va poco a poco ganando terreno, pero sigue siendo enorme la hipocresía social y la tolerancia social hacia esta droga legal.

Una cuarta parte de los menores que beben alcohol se emborracha cuatro veces al mes. Los jóvenes hacen lo que el conjunto de la sociedad les permite, y el consumo de alcohol es, como dicen ellos, “a saco”. Y a saco hay que entrar para cortar que menores de 18 años puedan comprar cada sábado por la noche botellas de alcohol en los supermercados de nuestro país y que no pase nada, incumpliendo todas las leyes y normas que tenemos. ¿Para qué las tenemos, entonces?

Nuestra sociedad ve tan normal el botellón, mientras las cifras de alcoholismo en nuestro país son terribles: 1 de cada 3 adolescentes se emborracha cada mes y 2 de cada 3 jóvenes de entre 14 y 18 años bebe alcohol de manera habitual, en su fin de semana. Esto indica la magnitud del problema, pero ni ellos ni la sociedad parecen temer las consecuencias del alcohol.

De hecho, cuando se habla sobre el botellón, los argumentos de los jóvenes se limitan a justificar que en los bares, pubs o discos las bebidas son más caras; y los mayores, que si el botellón ensucia la ciudad o molesta por la noche. Y no es que esto no sea importante, pero no vamos ni a la raíz del problema ni a los efectos que tiene esta práctica en la salud de nuestros jóvenes, en las conductas violentas, en los accidentes de tráfico…

En Cataluña no todo es Estatut y han votado prohibir el fomento del consumo incontrolado de alcohol que se practica en bares, y especialmente discotecas, con fórmulas como “dos copas por una”, o la barra libre, con multas que pueden pasar de 6.000 euros. Por algo se empieza. Pero mientras tanto, el consumo excesivo e incontrolado de alcohol entre los jóvenes en nuestra sociedad sigue teniendo barra libre: una peligrosa barra libre.

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Por Mayte CIRIZA

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