Él nunca tiene la culpa de nada. ¡Pobrecito! Siempre son los demás los que no hacen lo que deben, son las circunstancias las que se ponen en su contra. Ya desde el colegio los profesores le tenían manía, después su jefe era un tirano y sus compañeros no le ayudaban. Seguro que todos conocemos a más de uno de estos profesionales del escaqueo, que endilgan la responsabilidad a los demás.
Pero pensemos en cada uno de nosotros. Nunca utilizamos la misma vara de medir para nosotros que para los demás: ¿cuántas veces lo que toleramos en nosotros mismos, lo censuramos en los otros? No es cuestión de sentirnos culpables por todo, pero sí de asumir nuestra responsabilidad. “Asumir responsabilidades” es la frase mágica que pocas veces se cumple.
Se da en todos los espacios de la sociedad, es verdad, pero donde es más visible es en la política. El caso más reciente de “no tengo nada que ver” lo hemos visto en el apagón en Cataluña por la nevada de hace un par de semanas. La culpa de que Cataluña se parase y miles de ciudadanos estuvieran sin luz durante días, según la Generalitat, fue primero ¡del servicio de meteorología! (por cierto, de la propia Generalitat) y después de las compañías eléctricas. Y según las compañías, la culpa fue de la Generalitat.
Aquí nadie tiene la culpa de nada, somos unos expertos en escurrir el bulto. De hecho somos el país con menos emprendedores de Europa, aquí todo el mundo quiere ser funcionario y no asumir responsabilidades. Un emprendedor las tiene que asumir, no tiene excusas, es el responsable de su futuro. Y eso implica que si las cosas no salen bien, no puede buscar un chivo expiatorio para su fracaso, algo que está reñido con nuestra cultura.
El pasado fin de semana me contaba mi amigo Luis en Arnedo que dos de sus hijos, con dos carreras, idiomas y másters, estaban haciendo las maletas para irse a otro país porque aquí no hay manera de encontrar un trabajo digno después de ser explotados como becarios. Como este caso, otros muchos, cada vez más. Es un drama que nuestros mejores jóvenes, los más formados, estén marchándose al extranjero en una fuga de talentos al por mayor porque en España, ahora mismo, no hay oportunidades para salir adelante.
Y esto, claro, tampoco es culpa de nadie. Por supuesto, no lo es del Gobierno de nuestro país ante una crisis con la que parece no tener nada que ver. Como mucho será culpa de alguna disculpa socorrida, del precio del barril de petróleo, de la globalización o del cambio climático. Así no podremos afrontar los retos y problemas que cada día se nos ponen delante. En lugar de tener una actitud responsable y emprendedora, como exige cualquier sociedad madura, este Gabinete de Gobierno parece haber hecho suya la letra de aquel otro Gabinete Caligari, que cantaba “la culpa fue del cha-cha-chá” .
