Le damos a menudo demasiada importancia, en lo personal, a cosas que no merecen tanta atención, ni tantos disgustos, ni tantos desasosiegos, no sabemos relativizar determinadas situaciones y, cuando no hay problemas serios de verdad, de cualquier pequeño contratiempo hacemos un mundo.

La serie “Gente con historia”, que ha empezado en larioja.com (www.larioja.com/genteconhistoria) y en este nuestro periódico, es una de esas cosas que nos da que pensar. Esta semana se podía leer la historia de Juan José Bilbao, que sufre artrogriposis múltiple congénita de nacimiento, y que se desenvuelve en su vida y en su trabajo desde su silla de ruedas (hay que verlo en Iarioja.com, no es lo mismo que contarlo). A pesar de lo difícil que la vida se lo pone, ahí lo tienes, es el webmaster de TVR, ¡casi nada!, y encima de buen humor. Hay otras muchas historias ya colgadas y otras más que irán apareciendo. Y tantas otras que no aparecerán de esos héroes anónimos, que no se rinden nunca, que luchan, que perseveran, que se esfuerzan por salir adelante.

Cuando las lees no puedes dejar de sentirte una privilegiada y, por muy dura que te parezca tu vida y tus circunstancias, estas historias personales te animan a seguir, a levantarte después de haber caído, a esforzarte, a dar lo mejor de una misma. Si hay otros que teniéndolo tan complicado, teniendo tantos obstáculos, lo han conseguido, ¡cómo no lo vas a hacer tú!

Esto contrasta con los “ni-ni”: los que ni estudian, ni trabajan. No me refiero a muchos jóvenes que están buscando empleo y que por la crisis terrible que sufre nuestro país no logran salir adelante, no. Me refiero a esos que se dedican a comer la sopa boba en casa de sus padres, pensando que el dinero llueve del cielo, sin dar un palo al agua, que ni estudian ni trabajan, y que creen que la vida sólo es salir por ahí, ir de copas y divertirse.

Por no hablar de tanto estúpido suelto que llena programas estúpidos, los llamados “realities”, en los que se ponen como modelo vidas vacías, donde lo que impera es la pose y el aparentar. Como dice José Mota en su personaje “El Tío de la Vara”, “la tontería no descansa”.

Al final, las cosas que de verdad importan en la vida son pocas. Ninguna de ellas puede comprarse. Lo que de verdad te hace feliz, lo que te llena, lo que te reconcilia con la vida, va por otro lado, no está en el ruido de la actualidad. Cuando nos cabreamos o nos desesperamos o estamos a punto de tirar la toalla, habría que tener presente la vida de esta gente, su lucha por la superación. Habría que dejarse de tanta historieta y fijarse más en esta “gente con historia”.