Estábamos subiendo en uno de los seis ascensores de esa zona del hospital, de acero, amplio, con información de voz de cada una de las plantas para evitar despistes. En fin, me parecía casi de lujo. Y, mientras íbamos recorriendo los pisos, recordaba la queja publicada en este nuestro periódico, no sé si fue una carta al director o una llamada del lector, de alguien sobre la lentitud de los ascensores del hospital San Pedro. Cuando se lo contaba a la enfermera, me comentó las quejas que les hacen sobre las dimensiones de los pasillos del hospital –que si son largos- o las exigencias sobre el cambio de habitación para tener mejores vistas. Ah! Y que suelen ser los familiares y no los pacientes los que vienen con estas reclamaciones.
Estos días he comprobado en primera persona, acompañando a mi santo, recién operado, las magníficas instalaciones, medios y profesionales sanitarios que tenemos en la sanidad riojana. Muy mal no funcionará cuando las principales quejas son que hay que echar una moneda por ver la tele o que algún aparcamiento –alguno, que no todos- es de pago.
¿Qué problema hay en echar una moneda para ver la tele? No necesitas la tele para recuperarte, pero sí unos buenos quirófanos y un número suficiente de profesionales y que estén bien formados. En este sentido, en el de formar y orientar a la opinión pública, tanto daño hace el que de forma irresponsable malgasta el dinero público en lo innecesario, como el que desde la oposición pide que se malgaste. Para todos tendría que haber responsabilidades.
Hace unos días, unos padres se me quejaban de la calidad de la comida que se les da a sus hijos en el colegio, mientras se estaban metiendo entre pecho y espalda unas raciones enormes de hamburguesas con patatas fritas, todo tipo de salsas y tanques de refrescos. Seguro que el menú escolar de sus hijos, aunque tenga algún fallo, es mucho más saludable que este tipo de comida que ofrecen a sus hijos un fin de semana sí y otro también.
Creo que a estas alturas en nuestro país nos hemos dado cuenta de que todo no puede ser gratis. Hay cosas como la sanidad, la educación o los servicios sociales básicos, que han de ser universales y gratuitos, para eso pagamos los impuestos. En cambio, los extras sí se pueden, y creo que se deben pagar.
Hemos llegado a esta situación, entre otras cosas, porque nos hemos gastado el dinero en lo superfluo. Por eso, determinadas demandas me parecen una irresponsabilidad. Los medios se hacen eco en demasiadas ocasiones de casos de auténticos jetas, de los que siempre tienen derechos pero nunca obligaciones. En tiempos de crisis hay que cuidar especialmente los servicios básicos, ya vale de quejarse muchas veces por puro vicio, porque no puede ser todo gratis.