Mi amigo Domingo estaba tan ufano esa mañana. No lo estaba porque hubiera ganado su equipo de fútbol (que, por cierto, no había ganado) o porque le hubiese tocado la lotería (que no le había tocado). Me enseñaba un artículo con unas fotos de los famosos actores Leonardo DiCaprio y Ben Affleck en las que se les ve en bañador con unos razonables michelines, y en las que, en lugar de criticar su estado de forma, se alaba su barriguita cervecera.
Ronaldo ya no está de moda, ni los abdominales de tableta ni el tradicional cachas. La tendencia estética masculina de moda es el equivalente a la “belleza real” femenina: un hombre que practica ejercicio de vez en cuando, pero que no se machaca en el gimnasio y que no se priva de tomarse unos vinos o unas cañas con unas tapas. DiCaprio ya no es el de Titanic, pero sigue siendo objeto de deseo, y marcando estilo, nuevo estilo, con su moderada barriga. El rey de los llamados fofisanos.
“Fofisano” es un nuevo término que define esta nueva tendencia estética de un cuerpo ligeramente fofo, sin estar fondón ni gordo. Ahora “lo más” es estar fofisano. No es cuestión de hacer una exaltación del barrigón, pero parece que ya no despiertan tanta atracción los hombres que viven por y para el gimnasio, con cuerpos atléticos y sin un gramo de grasa, obsesionados con su físico. Vamos, que es una muestra de normalidad esa corbata con la punta respingona a la altura del ombligo. Como dice Domingo, ¿qué hay más entrañable para tu pareja que un abdomen mullido donde recostarse en el sofá al acabar el día?
Ahora se trata de que esto llegue a las mujeres. A ver cuándo a las chicas no se les exige un cuerpo de modelo, se les perdonan las arrugas y resultan también atractivas sus canas. Una de las formas de dominación hacia las mujeres es esa esclavitud hacia cuerpos imposibles, irreales, fruto de las dietas y el bisturí. A ver para cuándo las mujeres pueden ser “fofisanas” en lugar de tener que ser esculturales.
Mientras tanto, bienvenido sea este nuevo canon de belleza de cuerpos más naturales, más reales, más normales, siempre que sean saludables, claro. El metrosexual, el esculpido, el fibroso, el musculitos, ya han pasado de moda. Ahora lo que se lleva es el hombre de cuerpo ligeramente fofo, que no gordo. Como dirían los clásicos –y con permiso de mi santo-, “mens sana in corpore fofisano”.