Entre tantas noticias que consumimos a diario a veces hay cosas que pasan desapercibidas, no nos da tiempo a seleccionar lo importante de lo superfluo, por eso, quiero recordar desde este blog la pérdida que ha supuesto el fallecimiento de historiador Ronald Fraser. Un magnífico hispanista que nos dejó un magnífico legado y que supo poner en valor la fuerza del testimonio oral para comprender la historia.
Fraser que vino a España por primera vez en 1957, murió entre nosotros el 10 de febrero en la ciudad de Valencia. El catedrático de historia contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova realizaba el pasado domingo una semblanza de este importante historiador en El País (http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/13/actualidad/1329160156_783522.html).
Quiero destacar de entre sus obras, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, Historia oral de la guerra civil española. Un texto magnífico de recomendable lectura que abrió el camino a otra forma de ver la historia. Fraser tomó el título de un magnífico poema de Luis Cernuda de su poemario Desolación de la quimera que hoy, en su memoria, comparto con vosotros:
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
cuando asqueados de la bajeza humana,
cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.
En 1961 y en ciudad extraña,
más de un cuarto de siglo
después. Trivial la circunstancia,
forzado tú a pública lectura,
por ella con aquel hombre conversaste:
Un antiguo soldado
en la Brigada Lincoln.
Veinticinco años hace, este hombre,
sin conocer tu tierra, para él lejana
y extraña toda, escogió ir a ella
y en ella, si la ocasión llegaba, decidió apostar su vida,
juzgando que la causa allá puesta al tablero
entonces, digna era
de luchar por la fe que su vida llenaba.
Que aquella causa aparezca perdida,
nada importa;
Que tantos otros, pretendiendo fe en ella
sólo atendieran a ellos mismos,
importa menos.
Lo que importa y nos basta es la fe de uno.
Por eso otra vez hoy la causa te aparece
como en aquellos días:
noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
a través de los años, la derrota,
cuando todo parece traicionarla.
Mas esa fe, te dices, es lo que sólo importa.
Gracias, compañero, gracias
por el ejemplo. Gracias por que me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.