Don Manuel, ¿cree usted que la libertad hace más felices a los hombres?
Y Manuel Azaña, respondió:
–Francamente no lo sé; de lo que estoy seguro es de que los hace más hombres.
Estas palabras del que fuera presidente de la Segunda República española fueron pronunciadas para ensalzar la libertad que los españoles, hombres y mujeres, consiguieron en España, en 1931, tras la caída de la monarquía a consecuencia del creciente desafecto popular cosechado por el rey Alfonso XIII. Es evidente que Azaña sólo quería expresar que la plenitud y la cualidad diferenciadora al hombre y a la mujer se la otorga solamente la libertad. Así lo creía pese a ser consciente, como era, de que a veces la libertad es simplemente un sueño inalcanzable por el que colectivamente se lucha aunque se ejerza después individualmente.
Pues bien esta frase, totalmente sacada de su contexto, ha sido utilizada por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, para afirmar que solamente “la libertad de maternidad es lo que hace a las mujeres auténticamente mujeres”. Este “moderno” de salón nos demuestra cada día que, en realidad, es más antiguo que la polka y que en su obsesión por ganar notoriedad pública lo único que hace es meterse en jardines embarrados y en discusiones filosóficas tan cínicas como de pacotilla. Dentro de poco su excelencia el ministro nos dirá que las mujeres, MUJERES, sólo son felices recluidas en la cocina, pasando la mopa y preparando las zapatillas para el rey de la casa al que deben esperar con un lazo rosa en la cabeza. Como los problemas de los españolitos de a pie son pocos, el señor ministro, se esfuerza por mantenernos entretenidos con fuegos de artificio tratando de despistarnos de lo verdaderamente importante: el paro y los recortes sociales. El ministro se ha puesto épico en el Parlamento al explicar, como si tuviera que luchar contra poderosos enemigos armados hasta los dientes, que merece la pena ser ministro aunque su única misión consistiera únicamente en poder salvar a una mujer, aunque sólo existiera una sola mujer en España que deseara ejercer su derecho a la maternidad y los malvados (no identificados) se lo impidieran empujándola a abortar contra su voluntad. Esta frase ha cosechado los aplausos de sus correligionarios, estupendo.
Pero vayamos a la raíz del asunto, a mi juicio hoy por hoy el problema de que España tenga una tasa de natalidad cada día más baja va a tener a partir de ahora más que ver con la situación de recesión económica que con el aborto que tanto obsesiona al ministro Gallardón. Por otro lado, la media de edad de las madres supera los 31 años y sigue al alza, ya que en la decisión de posponer la maternidad interviene la tardía incorporación al trabajo, la precariedad del mismo, los bajos salarios y la creciente incertidumbre. Un embarazo puede suponer la pérdida del empleo o la imposibilidad de encontrarlo y esos son elementos objetivos contra los que las mujeres tienen que luchar día a día a la hora de ejercer su libertad. No puede decirse que las medidas económicas de los últimos años, la reforma laboral aprobada y los nuevos recortes y ajustes que van a anunciarse hoy mismo vayan a contribuir a que las mujeres quieran ser madres. Quizás al ministro se le ocurra promulgar una nueva norma que obligue a las mujeres a permanecer en casa en vez de dedicarse a buscar empleo, de este modo, las mujeres no serían libres pero si felices (según el concepto de felicidad del sr. ministro), ellas serían mujeres, MUJERES y las listas de paro descenderían a cifras históricas. De este modo el presidente Rajoy nombraría a Gallardón ministro de Empleo y los que de verdad gobiernan el mundo serían más felices porque se habrían comido todas las perdices, es decir todos nuestros derechos que son los únicos que alimentan nuestro ejercicio de la libertad.