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Pagar las deudas

          Como consecuencia de su inmensa mediocridad se imaginan el centro del universo y creen que pueden indicarnos con el dedo lo que es o no esencial para nosotros y así tratan de despistarnos para que mientras jugamos con la pelota que nos lanzan en el centro de la plaza pública, ellos y sus dueños nos saquean los derechos sociales y ponen en peligro nuestro futuro. En esto consiste en España el nuevo juego del gobierno. Tratan de despistarnos creando falsas polémicas como la surgida con las protestas organizadas ante las residencias de los políticos. Nuestros próceres, como si de dioses se tratara, se han rasgado las vestiduras porque están siendo abucheados cuando ellos consideran que únicamente deben ser aplaudidos, adulados, reverenciados y obedecidos sin pestañear. Parece que las protestas como método de presión para cambiar las cosas se hubieran inventado el día que fueron dirigidas a los políticos del PP, cuando la historia nos enseña que ya en el siglo XIX los motines ante las casas de recaudadores de impuestos y de usureros eran una forma de presionar para rebajar carga impositiva en tiempos de miseria. Detesto y condeno cualquier tipo de violencia y nunca la aconsejaría porque resta legitimidad a la causa que se defiende, pero dicho esto, considero que llamar nazis o terroristas a la plataforma antidesahucios o a las coordinadoras de afectados por las preferentes es una extralimitación que no merece la pena rebatir salvo para dejar claro que esas afirmaciones demuestran la inmensa ignorancia que estos políticos tienen de la historia y la escasa sintonía con los ciudadanos que dicen representar y a los que adeudan mucho respeto y más interés.

          Uno de los argumentos del PP para mostrar su indignación ante este tipo de protestas es que se trata de violentar el voto de los diputados y yo les pregunto: ¿Cuándo la Conferencia episcopal exige la derogación de la ley del aborto, qué trata de conseguir?, pues que los diputados cambien su voto. ¿Cuándo empresarios de la construcción invitaban a su mesa a alcaldes, diputados o ministros, qué trataban de obtener?, pues votos para conseguir recalificaciones de suelo y legislaciones propicias a su interés. ¿Cuándo ciertos empresarios, a lo largo del territorio nacional, entregaban sobres cerrados con generosas donaciones para el PP que luego Bárcenas anotaba en su libretita, qué pretendían?, pues sencillamente que el voto de sus señorías les otorgase cuantiosas adjudicaciones de obras o servicios públicos.

          Pero claro, lo que no parece tolerable es que el pueblo llano, tan resignado y obediente que siempre paga religiosamente el lujo ajeno y los platos rotos, se eche a la calle para exigir que si hemos soltado miles de millones a los bancos para tapar sus agujeros a costa de nuestros derechos, podamos al menos buscar una forma de paliar los dramas humanos que se originan en muchos casos de desahucios. Si la política de riesgos de los bancos se relajó más allá de lo aconsejable, los errores como mínimo son compartidos y reconducir la situación debe ser responsabilidad de todos.

          Yo para desactivar las protestas ante los domicilios de sus señorías además de más altura política, aconsejaría que cada diputado se reuniera con los afectados de su provincia y viviera de primera mano el problema y mediara en la solución, demostrarían que son capaces de estar donde se les necesita. Me parece más noble tratar de ayudar que dedicarse a insultar a gente que no puede pagar porque ha perdido el empleo, agotado el paro o enfermado. A Cospedal en vez de insinuar algo tan ofensivo como que los votantes del PP prefieren pagar la hipoteca antes que comer, debiera preocuparle más averiguar cómo pagará el gobierno la inmensa deuda de credibilidad que tiene contraída con la ciudadanía. Sus palabras son una indignidad más de alguien que se cree por encima de los demás, que desconoce la precaria economía del pueblo y que está mintiendo cada día como usted lector, yo y por supuesto el señor Bárcenas bien sabemos.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


abril 2013
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