Somos menos y somos más pobres, esa es la realidad de los datos. Hemos perdido más de 200.000 habitantes, se van más de los que vienen y además el crecimiento vegetativo es imperceptible. Antes muchos soñaban con llegar a España y ahora con salir de ella, no es cosa del destino sino del instinto de supervivencia humano. El Producto Interior Bruto (PIB) ha caído en el primer trimestre el 0,5%, es decir, lo previsto por el gobierno para todo el 2013, lo que obliga a rectificar la previsión multiplicándola por tres (1,5%). Este descenso, sumado a los de años anteriores, constata que la espiral de empobrecimiento de España no cesa. Seguimos cayendo vertiginosamente y estamos a punto de llegar al centro de la tierra, lugar donde probablemente habita el infierno. Dicho lo cual, reflexionemos: ¿se trata de un nuevo error de cálculo de los ministros De Guindos y Montoro, esos genios de la economía imaginativa y de la precisión matemática del cálculo presupuestario? Yo creo que no se trata de un error sino de una elaborada mentira gubernamental con toques de incompetencia. Veamos, si hubieran anunciado que la caída del PIB iba a ser un 1,5%, habría sido irremediable reconocer la necesidad de nuevos recortes, una previsión de incremento del desempleo más escandalosa que la reconocida y un recálculo de las previsiones económicas. Además Eurostat ha corregido la cifra de déficit público anunciado por Montoro en un nuevo juego infantil del ministro que nos toma por idiotas sin remedio, como si no nos hubiéramos dado cuenta a estas alturas de que la realidad desmiente cada día los embustes gubernamentales. Van encadenando los engaños de forma insoportable para la paciencia ciudadana sedienta de verdad. Así que cada poco tiempo nos recetan una nueva dosis de medicina presupuestaria que además de enfadarnos lo indecible produce como efecto secundario una indignación creciente. Cuando esto escribo, el gobierno está preparando una nueva batería de medidas que seguro que no nos van a gustar y que, no lo duden, serán justificadas alegando que lo hacen a regañadientes forzados por la realidad y porque Europa-Alemania les obligan. Se parecen a Pilatos declinando la responsabilidad y mostrando una innegable falta de seriedad y solvencia.
Luego se extrañan porque la gente está irritada y no entiende lo esforzado de su entrega abnegada a la nación. Aunque no nos engañemos en Europa la decepción con la clase política es un mal creciente. Ahí está Italia que por no adoptar decisiones, por intereses alejados del bien común, como les ha reprochado Giorgio Napolitano, se encuentran ahora en la encrucijada. Los partidos tradicionales viven una crisis endémica mientras crecen opciones como la del cómico Beppe Grillo que quiere modificar el sistema político sin saber muy bien cómo. España corre el riesgo de italianizarse por el desgaste de los dos partidos mayoritarios pero ellos siguen ahí tan contentos, como si la cosa no fuera con ellos. Se comportan como amantes despechados: no me quieres como soy, pues tú te lo pierdes. El problema es que puede ocurrir que el amante encuentre otros brazos que lo acojan y no retorne jamás a los suyos.
El reelegido presidente de Italia, cuajado en mil batallas, ha hablado con claridad a los políticos italianos sobre su nefasta convivencia con la corrupción y escasa responsabilidad pública, así que ahora tendrán que apechugar con el monstruo que han generado. La diferencia es que en Italia, Napolitano tiene una solvencia moral y política que le permite realizar esos reproches sin complejo alguno mientras que en España tanto la Jefatura del Estado, el gobierno y su presidente como el resto de las instituciones de la nación se encuentran carentes de credibilidad. Solo cabe esperar como dice el nuevo premio Cervantes que en España, algún día, “la esperanza también se nutra de las generosas fuentes de la inteligencia”.