España ha llegado a la insoportable cifra de 6.202.700 parados y según el gobierno nada puede hacerse, salvo refugiarse en la resignación y tener paciencia, mucha paciencia para soportar la adversidad. ¡Tranquilos!, nos han dicho, que el gobierno sabe lo que hace. El último consejo de ministros presidido por Mariano Rajoy, “el ausente”, ha sido un ejercicio de clamorosa capitulación ante la realidad. Su política económica ha fracasado y desde el punto de vista político no hay mayor muestra de incompetencia que admitir ante la ciudadanía que nada puede hacerse en los próximos años para superar uno de los momentos más difíciles de la historia reciente de España.
Nos piden paciencia y esperar a que escampe. Los portavoces gubernamentales quieren que tengamos fe, cuando su credibilidad es inexistente, porque lo único indudablemente cierto es que han incumplido todas las promesas que hicieron a los españoles. La primera mentira fue contarnos que no sabían que las cosas estaban tan mal, algo increíble porque gobernaban la mayoría de las Comunidades Autónomas y controlaban casi todas las cajas de ahorro hoy quebradas. Después vino la excusa de la herencia recibida, mala era, de ello no hay duda 4.978.300 parados, pero ellos se presentaron como el talismán del cambio. Su llegada al gobierno iba a ser tan milagrosa que en algunos lugares, como La Rioja, la cifra de desempleo estaría por debajo del 9%. Después vino la confesión de que Europa nos exige austeridad y que la realidad, como cuando un atracador te encañona con un arma, les estaba obligando a subir impuestos y a dejarnos sin derechos laborales, sin ley de dependencia, con sanidad privatizada y con educación recortada. Está claro que saben lo que hacen. Nos han conducido al borde del precipicio y sólo falta ahora que nos digan que saltemos por el barranco que ya irá Fátima Bañez con Montoro y De Guindos y el jaguar de Ana Mato a recoger nuestros trocitos cuando nos despeñemos.
Sr. Presidente, no puede jugar al escondite con nosotros, no es tolerable que permanezca en silencio ante su pueblo, porque no resulta un consuelo el juego de niños que se traen entre manos de ponerse en lo peor, con unas previsiones que prolongan la recesión y el desempleo al año 2016, esperando que suene la flauta y las cifras sean mejores para sin hacer nada por conseguirlo vendernos un éxito como quien saca un conejo de la chistera. España no es un circo, aunque a este paso la miseria va a cosechar más víctimas que los leones en la época de Nerón, ya que su política está condenando a la exclusión a demasiada gente. Sin trabajo, ni esperanza de encontrarlo y el que existe ofrecido en condiciones tan precarias que vamos camino de parecernos más a Bangladesh que al resto de Europa, no se puede continuar. ¿Puede salir adelante un país sin ambición y sin esperanza? Yo creo que no, aunque desgraciadamente no veo a nadie capaz de ofrecer esa confianza precisa para ganar el futuro.
Hasta ahora sr. Rajoy, la gente se ha organizado desde la solidaridad con increíble paciencia pero es hora de ofrecer soluciones. Creo que ha llegado su momento, el de la verdad. Sr. Presidente, es la hora de dar la cara ante la Nación y dejarse de embustes y medias verdades porque cuando un gobierno se equivoca tan gravemente en sus previsiones y en su diagnóstico de la realidad cabe esperar, cuando menos, una rectificación de sus políticas a la velocidad del rayo, pero si la única receta económica que puede ofrecer es la petición de paciencia a la insuperable cifra de damnificados por una política errónea, que está hundiendo cada vez más en la recesión a todo el país condenándolo a un futuro negro como el carbón, sólo cabe una salida: la dimisión.