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Entre visillos

Resistiré

           Está claro que Luis Bárcenas es un egoísta y por eso no comprende lo difícil que resulta tener que abrirse camino llevando a las espaldas todo el peso de la púrpura. ¡Pobre Rajoy!, él solito salvando a España y el malvado Luis “el cabrón” (con perdón), durante más de dos décadas ilustre y eficiente tesorero del PP, intentando tocarle los cataplines argumentando que tanto él como sus compañeros de la cúpula del PP llevaban años cobrando sobresueldos como si vivieran con el salario mínimo interprofesional. Está claro que sólo lo hacían para representar dignamente al pueblo, no iban a ir al Parlamento con un mono azul y con zapatos de rebajas. Vamos a ver, ustedes se imaginan a Marlon Brando en El padrino con un traje desgastado por el uso o por el infortunio de la pobreza. ¡Un poco de dignidad!, ¿no les parece? que en la tele hay que dar el pego y además, no iban a vivir en un pisito de protección oficial que para eso habían llegado tan alto pese a su nada menguado nivel de incompetencia.

            Por orden del presidente del gobierno Luis “el cabrón” (con perdón) ha seguido cobrando con cargo a las arcas del PP su supersalario hasta el mes de febrero, han tenido el detalle de pagarle los abogados para que no se sintiera indefenso ante la adversidad y hasta Mariano “el silencioso” le ha animado mandándole mensajes de móvil diciéndole amigablemente: “Luis, nada es fácil, hacemos lo que podemos”, “Luis, sé fuerte”. En conclusión, han hecho todo lo que estaba en sus manos para proteger a su “presunto delincuente” y ahora va y porque lo meten en la cárcel se pone a contar mentiras. Si, si y si. Mentiras cambiantes de un delincuente que quiere mal a Rajoy y el PP cada día cambiando el argumentario porque como dice el refrán español: nada es verdad ni es mentira sino que todo depende del cristal con que se mira. Es un detalle que Bárcenas nos haya explicado que por delicadeza no contaban los billetes delante de los donantes y también por delicadeza, para que no nos suba la bilirrubina, desde el PP no nos cuentas más detalles escabrosos para no causarnos más náuseas que las debidas. La realidad, presunta, pero evidente, es que la verdad, esa que tanto el PP como Bárcenas nos ocultan, es con seguridad más pestilente y vergonzante de lo que nos imaginamos.

          Cuentan que el presidente del gobierno lleva meses sin pegar ojo y cuando consigue conciliar el sueño, solamente ve sobres marrones sobrevolando la sede del PP. Le han explicado las pitonisas, al servicio del partido, que esos sobres presagian cuervos que sobrevuelan un cadáver y se preparan para abalanzarse sobre él. Pero Mariano que se esconde cobardemente de los periodistas y de los diputados tanto como de la verdad, ha decidido seguir el consejo que él mismo dio a Bárcenas, va a resistir, porque el estado de derecho no admite chantajes. Otra mentira, porque si existiera un intento de extorsión no sería contra el estado sino contra un dirigente cuya credibilidad y honestidad han sido gravemente cuestionadas. La duda es si como dicen algunos, España es un estado de derecho o un estado de desecho.

           Esta semana, Mariano Rajoy ha decidido inmolarse como San Lorenzo. Cuando su guardia pretoriana huela a chamusquina le darán la vuelta en la parrilla y cuando esté debidamente quemado será sustituido por algún antiguo amigo o amiga y él pasará a difuminarse en el territorio del olvido. Igual que en la canción del Dúo Dinámico, Mariano se ha dicho a sí mismo: “resistiré”, aun “cuando mi enemigo sea yo”. Creo que su aparente prudencia es su mayor defecto porque se torna en falta de agallas para afrontar la verdad. Es posible que su decisión prolongue su estancia en la Moncloa pero va a hundir su credibilidad en el extranjero, donde por menos ya hubiera dimitido cualquier otro presidente. Creo, sinceramente, que si los ciudadanos toleramos tanta miseria moral es porque España padece una enfermedad mucho más grave de lo que parece.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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