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Entre visillos

Repique de campanas

         

           “Enredándose en el viento van las cintas de mi capa”, así cantaba la tuna cuando yo estudiaba. Ahora no es la estudiantina sino el ministro Montoro el que se enreda entre las cifras presupuestarias para hacernos creer que se percibe el repique de campanas. Sí, un repique de campanas, en el centro del país. Si no sienten el repiqueteo musical es porque tiene usted mala leche, porque Montoro, que vive en la luna, no sólo lo escucha sino que lo ve y anuncia la llegada del amanecer al final de un túnel en el que no habita él, sino nosotros. Los presupuestos dice el ministro no sólo son los más sociales sino que dibujan el camino de la recuperación. El paro sigue subiendo y tras el exitazo de los 31 parados menos en agosto viene el incremento de 25.572, aunque sea el mejor septiembre desde hace años. Ya saben, cuando la miseria sea general dejará de ser noticia de primera página porque todos seremos iguales en la desgracia. Por eso Rajoy, especialista en huir de la realidad e incapaz de afrontar la verdad con la entereza que se espera de un dirigente, ha salido huyendo hacia Japón. Allí ha anunciado que, gracias a su gobierno, el mercado laboral español es tan barato que los inversores extranjeros pueden venir a España porque nuestros salarios se parecen a los de China pero además tenemos jamón y guitarras para alegrar el día a los empresarios nipones. Nunca había visto yo a un presidente vanagloriarse de empobrecer a su país y mucho menos que  considere la hazaña un mérito histórico. La crisis ha venido para quedarse largo tiempo y mientras más de una cuarta parte de la población activa esté en el paro, sin poder ganarse la vida con su propio trabajo, no es posible hablar de recuperación económica alguna sino de desarraigo y de exclusión.  Por eso el gobierno debiera dejar de hacernos creer que repican las campanas, salvo que nos estén anunciando que tocan a funeral y nos inviten prematuramente al entierro del estado del bienestar que es en lo único que están siendo aplicados los señores del gobierno.

          Claro, que esta semana ha sido pródiga en despropósitos, no sólo en España sino en buena parte del extranjero. No hay cosa peor para un país que los innumerables patriotas de pacotilla, que dicen amarlo hasta la muerte, pero que son capaces de contribuir a su hundimiento antes que pactar con el adversario político al que la ceguera y la obstinación excluyente convierten en un enemigo a batir. Los ultraconservadores del Tea Party del partido republicano de los EEUU prefieren avocar a la suspensión de pagos al país, con consecuencias imprevisibles dada la actual situación económica, que dar su brazo a torcer en su petición de no aplicación de la reforma sanitaria de Obama, que trata de facilitar el acceso a muchos sectores excluidos. De momento ya han conseguido el cierre administrativo del gobierno, pero puede que en su estrategia les ocurra lo mismo que les sucedió con Clinton y pierdan las elecciones por amar tanto a su país que prefieran agonizarlo.

           También puede que, en breves fechas, les suceda lo mismo que a Berlusconi en Italia que, tras intentar hacer caer al gobierno en un acto desesperado de soberbia enfadado por su inhabilitación judicial, ha tenido que recular porque ha habido motín a bordo. Berlusconi que compró voluntades, sobornó jueces y se enfangó hasta los tuétanos en las miserias del poder es ya un cadáver político y como ya no podrá administrar prebendas los suyos comienzan a volverle la espalda, es el riesgo que tiene creerse Il Duce, porque el poder da unos encantos que se desmoronan cuando se pierde y el que se ha emborrachado de él sufre de un mal incurable. Por eso Berlusconi está tan triste y por igual razón Pedro Sanz debiera hacer caso al párroco de Arnedo, Tomás Ramírez, cuando le aconseja que es mejor que cada uno esté en el lugar que le corresponde y no ocupando todos los espacios. Ciertamente, no se puede estar repicando y en la procesión pero está claro que algún día el Presidente no estará ni repicando ni en la procesión. El tiempo nos lo dirá.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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