Peter Pan vivía en el País de Nunca Jamás donde los niños eran felices aunque no crecían. Nosotros que año tras año encanecemos, hemos comprobado que vivimos en el país Donde Nunca Pasa Nada. Bueno, perdón, si pasa. Si eres un mendigo te pueden multar por dormir en la fría calle, si eres un trabajador te pueden despedir por un simbólico puñado de euros, si eres un investigador te dejan sin beca y sin ratones de laboratorio, si eres un enfermo de Alzheimer te quitan la ayuda, si eres un anciano te congelan la pensión, si robas para comer te meten en la cárcel, si eres joven te empujan a abandonar tu país, si eres estudiante de familia sin excesivos recursos, olvídate de la beca y por tanto de estudiar e incluso ahora, si eres mujer, gracias al ministro Gallardón, te pueden fastidiar la vida gracias a la nueva ley del aborto que nos traslada directamente a la Edad Media… Ahí tenemos un buen ejemplo de lo que pasa en este país, puedes dejar en la ruina al Ayuntamiento de Madrid y en vez de exigirte responsabilidades simplemente te hacen ministro para que arruine las vidas de muchas mujeres y de muchos padres privándolos de su derecho a decidir.
Pero tranquilo, porque si eres un perfecto sinvergüenza puedes vivir a papo de rey sin que nadie te despeine el flequillo. Por ejemplo, puedes presidir una caja de ahorros, pegarte una vida de lujo, caviar y yates, quebrar la entidad financiera, engañar a miles de ahorradores, precisar del mayor rescate de la historia de España, que por supuesto va a costa de nuestros riñones y entonces el inefable Ruiz Gallardón te enviará al fiscal para que actúe, no como acusador y defensor a ultranza del interés general de los españoles, sino como abogado defensor del acusado y presunto delincuente. Ahí tenemos a la infanta y a su estupendo esposo protegidos por la fiscalía con más eficacia que por su abogado y para qué hablar de la actuación del fiscal en el caso de la financiación ilegal del PP. En otro país, distinto al País donde Nunca Pasa Nada, si la policía, por orden de un juez, registra durante 14 horas la sede del partido en el gobierno hubieran dimitido desde el conserje al presidente del gobierno, pero en este país nuestro, no sólo no se han ido a casa con las orejas gachas y la vergüenza en la cara sino que no han dicho ni palabrita del niño Jesús, que para eso estamos en Navidad. Ni se han dignado a considerar esa posibilidad y así, camino de fin de año: mienten y mienten y vuelven a mentir los peces (gordos) en el río porque nos toman por tontos para sobrevivir.
El año 2013 termina y además de no ver la luz al final del túnel (no hay dinero para pagar la factura después de la fallida subasta), tampoco vemos señal alguna de que las cosas vayan a mejorar en 2014. Intuyo que si el balance en términos económicos es desolador, en materia de empleo resulta desesperante, en pérdida de derechos indignante y respecto de ética en los comportamientos públicos es como para pedir una revolución que regenere a todas las instituciones básicas de nuestro sistema democrático. Si todo está contaminado desde las cloacas del poder, si la corrupción no se combate con ejemplaridad por nadie, si los corruptos siguen en sus cargos, si se enmascara al defraudador, si se castiga al mendigo y se encubre al corrupto, si se miente hasta la saciedad al personal con la connivencia de muchos creadores de opinión, entonces es que este país no tiene remedio. El Rey, en su último mensaje, para evitar las risas, no ha dicho que todos somos iguales ante la ley pero sus palabras diciendo que asume “las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad”, resultan escasas a la vista de los comportamientos que hemos visto en torno a su familia. No hay nada más convincente en política institucional que predicar con el ejemplo. Aquí nunca pasa nada pero si pasa algo malo, no preocuparse que el marrón caerá siempre sobre los mismos.