>

Blogs

Entre visillos

Vieja y nueva política

          La hoguera de las vanidades ha estado en su total apogeo estos días para aparentar amistad y cercanía con el presidente Suárez, en especial, por aquellos que pervivieron gracias a sus traiciones. ¡Así es la vida! En el momento del adiós sólo cabe la generosidad en el juicio hacia quien pilotó la transición democrática en España. A sus detractores furibundos, sólo recordarles que a veces un acierto, si es notable, puede tapar cientos de errores. Es indiscutible que, mayoritariamente, el pueblo español ha decidido recordar de él lo mejor de su aportación a la política y dejar el resto para el análisis de la historia, yo a ese reconocimiento también me sumo.

         Como todo está ya dicho sólo añadiré que, por azar o por un capricho del destino, la fecha de su fallecimiento ha coincidido, cien años después, con el discurso que el filósofo, ensayista y fugaz político, José Ortega y Gasset pronunció el 23 de marzo de 1914 en un abarrotado teatro de la Comedia de Madrid, bajo el título Vieja y nueva política. El pensador realizó una radiografía de la España del momento y en su discurso certificó la defunción del sistema político de la Restauración construido al amparo de la Constitución de 1876, impulsada por Cánovas. Ortega y Gasset consideraba que “la España oficial, es el inmenso esqueleto de un organismo evaporado, desvanecido, que queda en pie por el equilibrio material de su mole, como dicen que después de muertos continúan en pie los elefantes” y todo ello porque los partidos que se turnaban en el gobierno “tienen a su clientela en los altos puestos administrativos, gubernativos, seudotécnicos, inundando los Consejos de Administración de todas las grandes Compañías, usufructuando todo lo que en España hay de instrumento de Estado. Todavía más; esos partidos encuentran en la mejor Prensa los más amplios y más fieles resonadores. ¿Qué les falta? Todo lo que en España hay de propiamente público, de estructura social, está en sus manos”. La similitud con lo que está ocurriendo en la España actual resulta evidente. Los españoles de hace cien años y los de hoy vemos, como Ortega, “dos Españas que viven juntas y que son perfectamente extrañas: una España oficial que se obstina en prolongar los gestos de una edad fenecida, y otra España aspirante, germinal, una España vital, tal vez no muy fuerte, pero vital, sincera, honrada, la cual, estorbada por la otra, no acierta a entrar de lleno en la historia”.

            He meditado sobre estas reflexiones de Ortega mientras visionaba o leía los múltiples reportajes sobre Suárez y la Transición y ahora que tan de moda está criticar ese período, que algunos consideran fallido, sobre todo los que no la vivieron, yo creo que ha llegado el momento de reivindicar su auténtico valor. Pasado el tiempo es bueno preguntarse: ¿qué fue un error?, ¿democratizar el país, aunque fuera a través de una reforma y no de una ruptura, en la que yo creía entonces, o el uso corrupto y sin escrúpulos que se ha hecho de ella años más tarde de su consolidación?

         Yo creo que el deterioro ha sido posterior y se ha producido por no salvaguardar sus valores. Estamos asistiendo a una decadencia del sistema por la carencia de grandeza y de visión de Estado de unos gobernantes de pequeña estatura para la impresionante dimensión de la catástrofe en la que vivimos. Pensar que parcheando la economía se solventarán todos los problemas significa no tener idea ni de la realidad de España ni de su historia. Ahí radica la distancia entre la España oficial y la España real y las cosas sólo cambiarán cuando el ejercicio de la política recupere la grandeza de aquel tiempo y haya generosidad de miras en sus gobernantes. Suárez se ha ido para siempre y es el momento de que otros, incluido el Rey, se retiren para cerrar un ciclo y facilitar la apertura de otro tiempo nuevo. Suárez decía que el futuro no está escrito y yo estoy con él. Unas generaciones pelearon la democracia y las actuales deberán remediar el cáncer que la invade. En la Transición cantábamos un poema de Gabriel Celaya que decía “españoles con futuro y españoles que, por serlo, aunque encarnan el pasado no pueden darlo por bueno”. Ha llegado el momento de cambiar, para lo cual será necesario remover la conciencia colectiva y eso, créanme, no se consigue ni abominando de la política ni tumbándose en el sofá.

 

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


marzo 2014
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31