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Entre visillos

Lo que la verdad esconde

En un país en el que triunfa la apariencia no es de extrañar que los estafadores hayan llegado a las alturas, por eso el pequeño Nicolás con su colección de fotos y su agenda de contactos influyentes ha puesto en ridículo a muchos y ha elevado al tradicional pícaro español a la categoría de personaje público muy atractivo para la prensa. Sólo con que el uno por ciento de lo que cuenta sea verdad es como para cortarse las venas de pensar lo bajo que hemos caído. Rodeados de tanto zoquete cuesta creer que este país superará esta crisis que nos ha sumido en la desesperanza y en el pesimismo. Mientras se enterraba a la duquesa de Alba, con un tratamiento informativo desmedido, la otra España se cobijaba en el dolor. Son las dos caras de la moneda, Carmen Martínez, una anciana de 85 años era desahuciada por haber ayudado a su hijo. Menos mal que el Rayo Vallecano ha acudido al rescate porque en caso contrario ni nos hubiéramos enterado, una más de las miles de personas desahuciadas desde que el desempleo y el empleo precario azotan a la mitad de la población. Esta es la verdad que se vive en la calle, pero en el Senado su hemiciclo se vacía cuando se habla de estas cosas que tanto afligen a los votantes que representan.

En Estrasburgo, el Papa Francisco ha hablado poniendo el dedo en una llaga dolorosa. La economía y más la pilotada por alguien como Juncker que está siendo acusado de beneficiar durante dos décadas a las multinacionales para enriquecer a Luxemburgo a costa de los países de la periferia, está claro que no va a conseguir frenar los desequilibrios sociales cada vez más alarmantes del sur de Europa. Creo que la contraposición de opulencia y pobreza es tan antigua como el mundo, pero durante un tiempo en Europa se había luchado por matizar esa desigualdad. Parece que aquella Europa de las personas y no de los mercaderes que íbamos a construir se ha convertido hoy en una utopía inalcanzable porque algunos la han borrado de la agenda, seducidos o pagados por los lobbies y los intereses de las oligarquías financieras.

Este Papa produce dolor de estómago a muchos jerarcas de la Iglesia y no es de extrañar. Tras denunciar la hipocresía con un lenguaje y unos postulados muy cercanos a una mayoría social que recela del deterioro moral del sistema político institucional europeo, se refirió a España. “La verdad no puede esconderse”, dijo con enorme sencillez y claridad sobre los abusos sexuales en la diócesis de Granada. Es una verdad tan evidente que cuesta entender la torpeza del arzobispo que ha sido puesto en ridículo por la sencillez del gesto del Papa. Si Martínez hubiera hecho su trabajo el Papa no hubiera tenido que llamar personalmente a la víctima y él no hubiera tenido que ponerse de rodillas teatralmente para pedir perdón forzado por las circunstancias y tras quedar, a mi entender, desautorizado en su ministerio. El señor arzobispo de Granada comete un error por el que ya transitaron otros prelados al encubrir o silenciar casos de pederastia, los delitos puede que un día los juzgue Dios pero en la tierra la justicia la imparten los tribunales civiles.

El problema del arzobispo de Granada, como el de muchos otros dirigentes eclesiásticos y políticos, no es que la verdad no pueda esconderse sino que ellos llevan tiempo escondiéndose de ella y cuando por fin ésta resplandece todas las vergüenzas quedan expuestas a la opinión pública con extrema crudeza. No es amarga la verdad, lo que no tiene es remedio, canta Joan Manuel Serrat. Pues bien, mientras esto escribo acaba de dimitir Ana Mato por una verdad que todos, toditos todos, sabíamos desde que encontró un Jaguar en su casa. Nunca debió ser ministra pero Mariano la nombró, algún día se sabrá por qué, igual que se sabrán todas las verdades que nos tratan de esconder. Dijo Rajoy, un día que estaba ocurrente, que todo era mentira salvo algunas cosas, lo cierto es que ya sabemos que todo es cierto menos lo que nos cuentan. La verdad es que tanta mentira autodestruye y si no, que le pregunten al pequeño Nicolás.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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