Cuando los mayores quieren que hagamos algo que no deseamos nos meten el miedo en el cuerpo y entonces nos portamos bien y nos dan un caramelo. Así ha sido toda la vida, desde pequeños sabemos que el miedo es un instrumento muy eficaz para doblegar nuestra voluntad aparentemente férrea pero en realidad temerosa de perder lo que tiene o de no conseguir lo que desea. Todo está inventado desde la noche de los tiempos. Por eso la emperadora de Europa, Angela Merkel ya ha advertido a los pequeños griegos que si son revoltosos y no votan lo que ella diga serán expulsados del euro. Así lo ha hecho saber a través del semanario der Spiegel. Si los griegos votan masivamente a Syriza, liderada por Alexis Tsipras, las siete plagas caerán sobre ellos que, por cierto, han sobrevivido ya a muchas purgas por las acciones de unos gobiernos tramposos. Rápidamente los que deben vasallaje a la emperadora se han apresurado a apuntalar sus argumentos temerosos de que a ellos también los expulsen de la corte.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lo ha dicho de forma muy gráfica: “No nos gusta mucho ver caras nuevas”. No nos extraña, él lleva toda la vida por Europa, tras haber sido primer ministro de Luxemburgo y ministro de Finanzas cuando se firmaron unos acuerdos fiscales con multinacionales para reducir sus niveles de tributación a cantidades irrisorias. Una práctica que ha permitido eludir impuestos en otros países y que muchos consideran un fraude. Un escándalo de esos que uno nunca sabe si llegarán jamás a esclarecerse. El Fondo Monetario Internacional también ha insinuado que puede cortar el grifo de las ayudas pactadas. Claro que si analizamos a los últimos presidentes que ha tenido el FMI es como para echarse a temblar. Rodrigo Rato salió por pies y sin advertir la crisis, una gestión fuertemente criticada internacionalmente. De sus hazañas en España sólo con recordar lo que ha pasado en Bankia hay curriculum más que suficiente para que nos entre el pánico. Le sucedió Strauss-Kahn quien se vio obligado a dejar su puesto tras ser acusado de un presunto caso de violación y Cristine Lagarde también ha sido imputada en un asunto de corrupción en Francia. Yo sinceramente cada vez desconfío más de la eficacia y de la sabiduría de los dirigentes de estos organismos.
En España, Mariano Rajoy se ha pronunciado agitando el miedo, algo que se va a convertir en su principal estrategia a lo largo de este año. Syriza es un riesgo en Grecia, igual que los “adanes” de Podemos lo son en España. Eso ha dicho. En su opinión sólo el PP y el PSOE garantizan la estabilidad política y económica. En realidad con esta afirmación trata de matar Rajoy varios pájaros de un tiro. Trata de desacreditar a Podemos al tiempo que pone una cuerda alrededor del cuello de Pedro Sánchez al sugerir que PP y PSOE son tan parecidos que pueden alternarse sin que tiemblen las columnas que sostienen España. Muy hábil, dirán algunos y muy evidente la treta y la utilización del miedo a favor de sus intereses de partido que no de España. Es evidente que cuando todo se tambalea y estamos en unos momentos de clara incertidumbre, todo el mundo teme algo. Miedo a perder el trabajo, miedo a no poder pagar la hipoteca, a no encontrar trabajo nunca más, miedo a no poder pagar los estudios de los hijos, a no poder emanciparse de los padres, miedo a perder la pensión,… Son muchos los que tienen miedo pero el miedo no aporta soluciones a quien lo tiene pero si a quien lo administra. Mientras los ciudadanos riegan el jardín de sus miedos los gobernantes tratan de perpetuarse en el poder a toda costa. Lo que está en juego es la democracia en España y en Europa entera. Si los “adanes” populistas son un peligro, los que lo dicen, que son los que nos han traído hasta aquí, debieran desinfectar su casa, regenerarse y refundarse. Es la única forma de poder mirar de nuevo a los ojos de la gente sin avergonzarse de haberlos reiteradamente engañado, burlado y estafado. En cualquier caso, al miedo sólo lo vence el valor y éste se alimenta de esperanza.