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Entre visillos

Tiempos de silencio

No se distraigan con tontadas, dedíquense a lo importante. Ya lo ha dicho Rajoy en el Comité Nacional del PP, no hay que perder el tiempo en fruslerías que a nadie interesan. Pero veamos, ¿qué es lo importante? Seguramente para la mayoría de españoles lo importante es que sus hijos, hermanos, primos y cuñados encuentren empleo; que se dote de más medios a la sanidad pública y se frene el creciente proceso de privatización; que la enseñanza pública se fortalezca, que se modere la carga de autónomos y pymes y otras muchas cosas que alivien y mejoren la vida de quienes están sufriendo con más crudeza la crisis en carne propia. Sin olvidar, sobre todo y por encima de todos los todos, la importancia del tamaño de la corrupción que asfixia este país y cuya erradicación pasa por reconocer públicamente el inmenso pecado/delito cometido con las rodillas clavadas en el suelo y devolviendo el dinero y los sobresueldos a las arcas públicas.

Pero no, a nada de esto se refiere Rajoy cuando habla de lo importante. El actual reto del presidente del gobierno es ganar las elecciones, conservar el poder que consiguió en el año 2011 y que se asienta en el gran poder municipal y autonómico que se disputará de nuevo el 24 de mayo. Es decir, que para la más genuina representación del don Tancredo español, la prioridad ahora pasa por prolongar el bienestar de los  suyos y de su partido y para ello es necesario permanecer inmutable en lo más alto del pedestal político. Como todo va fenomenal no es preciso cambiar nada, dice Rajoy. Los más de cuatrocientos cargos públicos del PP, palmeros mudos y obedientes, han sido enviados por todos los senderos de España a predicar la buena nueva de que la crisis ya es historia. El sol brilla mientras guardan las navajas y las disputas internas hasta después de las elecciones cuando se hará recuento de las bajas producidas en la batalla.

La gran farsa de la reunión transcurrió siguiendo un guión muy anticuado y sin ninguna novedad ni reconocimiento de errores ni, por supuesto, propósito de la enmienda. Todos muy sonrientes, vestidos de domingo mientras la procesión desfila por dentro y anticipa que muchos de los mudos aplaudidores de Rajoy pueden ser desbancados de sus cargos en breve. Hubo largos aplausos a la unidad del partido, una cualidad reiteradamente invocada: unidos somos más fuertes (no olvidemos que los ciudadanos también). Un claro reconocimiento de que la unidad está rota y no hay desplome porque la amalgama del poder todavía sella las grietas. Que no hubiera ni una sola voz crítica, discrepante o que serenamente pusiera el dedo en la llaga de la corrupción o advirtiera, como acaba de señalar el CIS, que la inmensa mayoría de los españoles no ve el meteórico despegue económico, simplemente porque la débil recuperación no es suficiente para reducir el desempleo a niveles anteriores a la crisis. Nadie le dijo a Rajoy que los ciudadanos observan atónitos cómo desde el actual gobierno se les mira con una displicencia que se asemeja al desprecio. Nadie le explicó a don Tancredo cómo se sobrevive sin sobresueldos, sin cobertura de desempleo o con empleos de días o de horas. La realidad de España nos enseña que el infortunio de muchas familias se vive en soledad y que aunque cada uno siente su mal íntimamente, al generalizarse tanto, ese dolor se comparte y trasciende lo individual hasta convertirse en un tormento colectivo. En estos casos lo mejor es la terapia de la comprensión, la solidaridad y la cercanía. Compartir el destino alivia el peso que cada uno soporta.

Pero no, de ninguna de estas cosas se habló en la reunión de muditos del PP, un silencio cómplice invadió la sala, nadie rompió el guión. Lo verdaderamente importante es conservar el poder, es tal el pánico que a ello van a entregar sus esfuerzos con todos los medios disponibles que son muchos, como bien sabemos. Ahora los cuatrocientos supuestos líderes, que aplaudieron a Rajoy sin contarle la realidad de este país, nos van a prometer el paraíso quizás porque ellos se han afanado en construir el infierno.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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