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Entre visillos

Hormigas y gigantes

Una fila de hormigas atravesaba el sendero, la más pequeña, nada más asomar la cabeza para salir del refugio, vio un hombrachón con unas enormes zapatillas deportivas que aplastaba a sus compañeras de la primera línea. Debe ser ésta una tierra de gigantes, pensó la hormiguita. El caminante paseaba admirando el horizonte y, ajeno a la población de hormigas, tuvo la certeza de que hacía un día espléndido. La hormiguita suspiró contenta de no haber sido pisoteada por el gigante como sus compañeras de hormiguero.

¡Qué distintas parecen las cosas según el lugar desde el que se miren! Eso debía pensar Rajoy el otro día mientras, por la plaza Neptuno, desfilaban las tropas a sus pies el día de la Fiesta Nacional. Él, que vive feliz administrando su gigantesca mayoría absoluta, se sintió deprimido cuando en palacio Albert Rivera fue recibido a gritos de ¡presidente, presidente! Así son las cosas en este país, ayer fuiste gigante y de pronto te conviertes en hormiga y al revés. No es cosa de encantamientos de cuentos de hadas pero Rajoy con sus cospedales y sorayas debieran saber que ganar elecciones tiene que ver con “encantar” al electorado y, según las últimas encuestas, Rajoy tiene a los suyos “desencantados”. Aunque el señor presidente no tiene que olvidar que se cae a más velocidad de la que se sube. Él debiera saberlo por experiencia, porque la ley de la gravedad es evidente, sobre todo cuando te aproximas al suelo.

A estas alturas todos sabemos que la carrera hacia la Moncloa ha comenzado. Los estrategas andan revueltos mirando y remirando encuestas y tendencias, proyecciones de voto y de escaños que con el sistema electoral vigente puede dar sorpresas a unos y a otros. Claro está que el pánico donde mejor florece es en casa de los que más tienen. En el PP saben que cualquier descenso puede dejar a muchos de sus cuadros en la calle y el deterioro de la estructura de algunos partidos supone un riesgo para su funcionamiento. No olvidemos que el voluntariado altruista y generoso del que se nutrieron en otro tiempo, cuando ellos también parecían aire fresco, disminuye al tiempo que crece en los partidos nuevos porque generan una ilusión que se une al deseo mayoritario de la ciudadanía de transformar el sistema actual para regenerarlo de una larga enfermedad que ha terminado por devorarlo.

Las cosas han comenzado a cambiar incluso antes de las elecciones y ello ha sido obra de los propios ciudadanos que impulsan nuevas opciones o simplemente se alejan de las tradicionales. Todos aparentan confianza para retener al electorado fiel ya que en este país todo el mundo huye de lo que huele a derrota. Ahora el debate se centra en si habrá debate entre los líderes. Aunque, en realidad, la discusión se centra en saber si Rajoy será capaz de sorprendernos aceptando un careo sin trampas cuando lleva haciéndonoslas desde que llegó a Moncloa. El presidente confía en que el miedo guarde la viña, la suya, y que al final los votantes vuelvan a su redil y para eso va a fichar a los asesores de Cameron que salió de perdedor y arrasó en las últimas elecciones en el Reino Unido. El PSOE cree que los recortes salvajes unidos a la prepotencia de los líderes del PP y a la corrupción de personajes claves de su historia reciente, hayan hecho olvidar a los españoles sus propios errores y remonten por encima de las predicciones. Respecto a Podemos y Ciudadanos, cualquier resultado puede fortalecerles, especialmente a Rivera que está siendo presentado como el Suárez de la nueva transición. Aunque ahora lo importante es lo que hagamos los ciudadanos, que saldremos a votar  para decir a quién y qué queremos cambiar. Aunque lo haremos con las viejas reglas del sistema nuestro voto es siempre nuevo y puede ser tan eficaz y regenerador como queramos. Algunos todavía creen que somos hormigas pero nosotros sabemos que podemos ser gigantes.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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