La sensación de que todo puede saltar por los aires súbitamente te hace tomar conciencia de la fragilidad de la vida y de nuestra sociedad. Ciertamente nuestro futuro siempre pende de un hilo que puede romperse de improviso. Esta semana ha resultado abundante en acontecimientos aciagos. Todavía reciente la consternación por los atentados de París o la matanza de Nigeria el desconcierto se extiende al tiempo que se suceden en Francia y en Bélgica operaciones policiales, se altera la cotidianidad de las familias, se refuerzan los controles de seguridad, se bombardean las posiciones del Estado Islámico… Son tiempos difíciles pero hemos de vivir, nuestra libertad es la única forma de protegernos del horror aun sabiendo que estamos sentados encima de un polvorín y que nuevas tragedias nos amenazan. En la mañana del martes, Turquía derribó un avión ruso por violar su espacio aéreo en la frontera con Siria y por la tarde, un atentado suicida en Túnez mató a 12 militares de la guardia del presidente del país.
Las consecuencias del conflicto entre Turquía y Rusia son del todo impredecibles, aunque no se hayan declarado una guerra abierta. La OTAN apoya a Turquía porque es miembro de la alianza pero la acusación de Putin de que el gobierno de Erdogan está colaborando con el Estado Islámico, con el petróleo que proviene de las zonas ocupadas, es gravísima para la Europa que está siendo agredida porque es una de las formas de financiación de los terroristas. Francia se afana en la búsqueda de una coalición internacional en la que estén Rusia y EEUU, como sabemos enfrentadas por el apoyo de Putin al dictador sirio Al Assad. El gobierno español, siempre al despiste, dice que Francia no le ha pedido ayuda. Mientras reciben la carta oficial, Alemania ya ha ofrecido actuar en Malí, una posibilidad barajada por España. Pero, una vez más, el gobierno practica la táctica preferida de nuestro presidente: ponerse de perfil y soplar mirando al cielo esperando que pase la tormenta sin hacer nada, como con la corrupción. Muchas declaraciones pomposas de solidaridad y después, regreso al escondite, igual que con los debates, el caso es no dar la cara.
Rajoy y el PP temen que renazca el sentimiento del “no a la guerra” como en la intervención de Irak apoyada por Aznar. A mi juicio el peor defecto de un gobierno es la cobardía de no afrontar las dificultades con la inteligencia que precisan. Creen, en su visión patrimonial del poder, que el pueblo español es menor de edad e ignoran que lo que más odia el ciudadano es que lo tomen por tonto. Nadie desconoce lo complicado de la situación y de las soluciones. Todos recordamos lo que ocurrió en Irak, una parte de cuyo territorio está ocupado hoy por los terroristas del Estado Islámico al haberse no sólo derrocado al dictador, sino destruido el estado que aglutinaba a las tribus. Se fue a la guerra sin cobertura de la ONU y con muchas mentiras como armamento, de aquellos polvos nacen estos lodos. Pero la situación actual, es otra. Francia (Europa) y otros países como Túnez, el único que sobrevivió a la primavera árabe, están siendo agredidos en una guerra declarada por unos terroristas islamistas carentes de escrúpulos, de principios y de legitimidad que con la financiación encubierta de ciertos países se han hecho fuertes en territorios devastados por las guerras. Nuestro gobierno no es sincero porque teme que influya en el resultado electoral. Ha reunido al resto de partidos para presumir de liderazgo pero permanece en la indefinición sobre su apoyo a Francia ¿No sería mejor y más inteligente que Rajoy, en un ataque de sinceridad, nos contara su estrategia? No estaría mal que por una vez dejara de tratarnos como a ilusos. Todos debieran hacerlo, sería obsceno que tras el 20 de diciembre hicieran cosas que hoy, ni a sugerir se atreven. Es ya momento de demostrar que en Moncloa no vive escondido el líder de un partido en declive sino un estadista. Ya veremos.
Foto: Bombardeo de posiciones del ISIS en Al-Rakka, capital del autoproclamado Estado Islámico.