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Entre visillos

El voto del señor Bárcenas

Desde la noche electoral podemos decir que España vive entre la euforia de los triunfadores y el desconcierto de los vencidos. El Partido Popular exhibe un éxito importante. En un panorama tan desabrido, como el que hemos vivido en el último año, ha obtenido uno de cada tres votos emitidos. Teniendo en cuenta los duros recortes sociales impuestos a la población y la proliferación de los innumerables casos de corrupción que les afectan, podemos afirmar, como el veterano periodista Miguel Ángel Aguilar, que el PP ha estado a un escándalo más de conseguir la mayoría absoluta. Yo también lo creo.

Tras felicitar al vencedor no está de más resaltar la desazón y el desconcierto de los dos tercios de españoles que no les votaron y de los abstencionistas que tampoco. Concluiremos que hay una parte nada desdeñable de la población que vive asombrada por el récord de votos obtenido por Rajoy y su partido. Muchos se preguntan en los bares y corrillos:

 -¿Qué más tienen que hacernos para perder las elecciones?

Esta es la incógnita electoral más difícil de despejar estos días, más incluso que el origen de las pérdidas de votos de sus adversarios. A la vista del fallo de las encuestas todo indica que muchos votantes del PP se avergonzaban de confesar su intención teniendo en cuenta la melé que les rodeaba. Aunque, es justo reconocer que el ganador tiene motivos para sentirse orgulloso del éxito. Ellos y sus votantes estarán tranquilos; el resto, desolados.

Agitada estaba por este desasosiego que confieso me invade cuando leí la noticia de que Luis Bárcenas, que esta vez no adornaba con su tronío las listas electorales del PP, había protagonizado un incidente con un señor cuando éste venía de votar a eso de las cuatro y media de la tarde. Se encontraron en la calle Príncipe de Vergara, en el corazón del madrileño barrio de Salamanca, y el caballero le increpó:

-¡Cuánto daño habéis hecho a España con la corrupción, el robo y la falta de vergüenza!

A lo que Bárcenas contestó indignado:

-¡Maricón, hijo de puta, tú no sabes nada de lo que ha pasado!

Entonces Bárcenas le propinó un puñetazo que lo tiró al suelo. El agredido hubo de ser atendido en la clínica Ruber y ha respondido con una denuncia que se sustanciará en el juzgado. Los periódicos no cuentan si este señor anónimo venía de votar al PP con una pinza en la nariz, de ahí su comprensible y hasta disculpable excitación. Mi imaginación intuye que este justiciero verbal estaba hasta las narices, de eso no tengan duda, y posiblemente por ello pensó que quien insulta a un ladrón (presunto o no) tiene cien años de perdón. Yo sin embargo, mientras devoraba la crónica buscando detalles de tan pintoresco incidente, pensé:

-Si Luis Bárcenas fue a votar, ¿a quién votó?

A Unidos Podemos seguro que no, al PSOE no parece probable y a Ciudadanos, tampoco. Pensemos, cuando uno está con el ánimo hundido sólo confía en la ayuda generosa y comprensiva de los amigos y, al fin y al cabo, quién para reconfortarle en el camino hacia la cárcel, como una palmada en la espalda, le mandó un mensaje diciéndole:

-Luis, sé fuerte.

Pues claro, fue Mariano y de bien nacidos es ser agradecidos. Pues bien, ahora que la charanga ha terminado, la música electoral ha cesado, las urnas se han recontado y las celebraciones de los vencedores han concluido debe llegar un gobierno. Mariano Rajoy y el PP gobernarán desde ahora con la seguridad de que ningún caso nuevo de corrupción les va a debilitar, al contrario, cada escándalo les hará más fuertes. Así es España, no es la que yo quiero pero, pese a todo, la quiero.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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