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El demonio en el cuerpo

manifestacion-feministaNotaba yo una cosa extraña que me desazonaba cuando pensaba en la huelga del 8 de marzo y menos mal que ha sido el obispo de San Sebastián el que me ha iluminado con su inmensa sabiduría. Lo que me ocurre es que tengo, como muchas mujeres, el demonio en el cuerpo. Ya notaba yo algo raro desde que fui a la universidad y se me despertó esa pasión irrefrenable por la democracia, la libertad y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Y es que monseñor Munilla pertenece a esa estirpe de obispos (pues no existen obispas) que siempre han creído que la mujer está tan invadida por el demonio que es el demonio mismo. Para una vez que algún eclesiástico como el cardenal Osoro había declarado que comprendía nuestra jornada reivindicativa pronto la caverna ha vuelto por donde solía.

Así que gracias al empujoncito de monseñor Munilla me decidí por la huelga de veinticuatro horas que fue lo que el demonio me aconsejó. Hago huelga no solo porque sobran razones sino porque faltan argumentos para convencerme de lo contrario. Quienes niegan la fuerza de este movimiento por la igualdad real que ha renacido internacionalmente son los mismos que históricamente se opusieron a propiciar los cambios que hemos conseguido como sociedad. Costó conseguir la jornada de ocho horas, costó conseguir los derechos civiles, costó aceptar el acceso de la mujer a la educación, costó erradicar el trabajo y la explotación de los menores de edad, costó que no estuviera mal visto el trabajo de la mujer fuera de casa, costó conseguir los primeros convenios colectivos para evitar la explotación del obrero hombre y la sobreexplotación de la obrera mujer, costó conseguir el voto… En estas luchas históricas quienes pelearon lo hicieron por la totalidad del colectivo.

Por eso, quienes creen que la actual lucha de las mujeres no tiene sentido se equivocan. Que sí, que hemos avanzado mucho, hombres y mujeres, pero en el reparto siempre salimos perdiendo. Todo lo conseguido ha costado mucho dolor y muchas renuncias a nuestras antecesoras. Personalmente algunas pueden no sentirse discriminadas pero eso ocurre porque no se ponen en la piel de otras, de muchas. Hay mujeres que han llegado muy lejos pero no son mejores que las que no lo consiguieron habiéndolo intentado, simplemente tuvieron más suerte. Llegan alto menos de las que por su talento merecen.
Algunos siguen empeñados en ridiculizar nuestra lucha para deslegitimarla. Los chistes y las bromas de mal gusto se reiteran cada día. Sin embargo el futuro va a ser más femenino porque vamos a continuar con la vista puesta en el horizonte. Las mujeres estamos obligadas a reivindicar la utopía, los sueños imposibles, porque es la única forma de llegar lejos. Por cierto, a ver si les entra en la cabeza a algunos y a algunas, ni luchamos contra los hombres ni para ser como ellos. Afortunadamente cada vez más hombres nos acompañan y comparten nuestros sueños.

Cuando esto escribo nadie sabe cuál será el impacto de la huelga pero sea cual sea, ya ha triunfado. Nunca ha habido tantas mujeres conscientes de su propia fuerza transformadora. Esta huelga tiene un sentido simbólico evidente, es el punto de partida de un nuevo tiempo por la igualdad real. Quienes la combaten o la manipulan están fuera de una realidad en proceso de cambio. Esta huelga ha sido por las que lucharon antes, por las que consiguieron lo que tenemos, por las asesinadas, violadas y maltratadas, por la brecha salarial, por las que trabajan sin salario, contra la precariedad, el silencio y la incomprensión. Por las que queriendo no pudieron hacerla, por las que pudieron y no quisieron, por las que niegan la discriminación pero la sufren. Esta huelga es un empujón para anticipar un futuro que tenga color de igualdad.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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