Camino a ninguna parte
Desde que se banalizó el término golpista adjudicándoselo el PP al presidente del gobierno, las palabras golpista y fascista acompañan a otros adjetivos que se lanzan en el hemiciclo como si fueran confetis. Es evidente que la ausencia de inteligencia no puede ocultarse con la proliferación de insultos y vejaciones al otro. Si la gresca y la ofensa son el modelo de discusión que nos aportan sus señorías que nadie se extrañe de que en la calle afloren posturas extremas.